El ego de las estrellas de cine: ¿Mejor ‘El crepúsculo de los dioses’ que ‘Cantando bajo la lluvia’?

¡Mis queridos palomiteros! ¿Mejor ‘El crepúsculo de los dioses’ que ‘Cantando bajo la lluvia’? El debate sobre el ego de las estrellas de cine no termina. O al menos han quedado claras las posturas enfrentadas de estas dos películas.

Por un lado, tenemos al oscarizado filme de cine negro de Billy Wilder, El crepúsculo de los dioses (1950), que se centra, con precisión de relojero, en la mirada de una actriz, Norma Desmond, que lo fue todo en la época del cine mudo, pero que no ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos y su vida y su mundo están fuera de la realidad.

“Soy grande, son las películas las que se han hecho pequeñas”. ¿Y quién soy yo para rebatir esta declaración de intenciones de la intérprete?

Hoy vamos a hincarle el diente a la producción musical y en color de Stanley Donen y Gene Kelly, Cantando bajo la lluvia (1952), a ver si arrojamos algo de luz.

¿Mejor ‘El crepúsculo de los dioses’ que ‘Cantando bajo la lluvia’?

Se trata uno de los grandes mitos del celuloide protagonizado por Gene Kelly, Donald O’Connor y Debbie Reynolds, ambientado en 1927. Los inolvidables números musicales y las magníficas actuaciones dan vida a una de las películas más amadas de la historia.

El ídolo del cine mudo Don Lockwood (Kelly) posee fama, fortuna y éxito. Pensaba que lo tenía todo, pero desde el momento en que conoce a la aspirante a actriz, Kathy Seldon (Reynolds), se da cuenta de aquello que verdaderamente faltaba en su vida. Ahora se encuentra preparado para el amor y lo demuestra cantando y bailando bajo la lluvia.

Con el nacimiento del cine sonoro (el detonante en el mundo entero fue El cantor de jazz), Don se dispone a filmar los musicales con Kathy, pero entre ambos se interpone la reina del cine mudo, Lina Lamont (Jean Hagen).

Nada resulta tan estimulante como admirar a Kelly en la actuación musical que da título a la película; O’Connor resulta insuperable en el ya clásico número cómico Make‘Em Laugh (Hazlos reír) y la elegancia de Cyd Charisse pone un broche de oro al final de la película. Un extraordinario prodigio que se ha convertido en una obra maestra de Hollywood.

Sin embargo, en contraste con estas excelentes películas de música y acción, Cantando bajo la lluvia tiene un atractivo e importancia adicionales ya que es una de las pocas películas que Hollywood ha hecho sobre sí mismo.

El productor, Arthur Freed y la música a cargo de Nacio Herb Brown son el centro de la película, pero también el decorado en el que se desarrolla la historia humorística, deliciosamente estilizada sobre la crisis que experimentó la meca del cine y sus habitantes, cuando el sonido sincronizado llegó a las películas.

Cantando bajo la lluvia se suele clasificar con otras películas similares que la MGM produjo en aquella época, como Un americano en París (An American In Paris, Vicente Minnelli, 1951) y Melodías de Broadway (The Band Wagon, Vicente Minnelli, 1953)

Este musical se rodó en 1952, cuando sólo habían transcurrido 25 años desde el comienzo de los hechos que el guión retrata y satiriza, tan reciente en el tiempo que todavía había multitud de profesionales (entre ellos el jefe del departamento de música, Douglas Shearer) que aún recordaban sus experiencias de la época. También en el terreno musical la película era perfecta, ya que Freed y Brown habían presenciado y protagonizado la llegada del sonido a la MGM en 1929.

La película está llena de bromas deliciosas sobre el tema y sobre las personas que vivieron esa era: Lina Lamont, interpretada por Jean Hagen, es una caricatura de la estrella del cine mudo Clara Bow, cuya dicción claramente urbana nunca se adaptó a su imagen ni a lo que el público esperaba de ella, mientras que R.F. Simpson, interpretado por Millard Mitchell, es una sátira amable del mismo Freed, quien nunca pudo visualizar claramente los elaborados números musicales, cuyos guiones y presupuestos se encargaba de aprobar como productor.

Cosmo Brown, interpretado por Donald O’ Connor, era una representación de Franz Waxman y otros muchos músicos, que pasaron de escribir arreglos y dirigir orquestas tradicionales a ocuparse de los departamentos de música de los estudios.

Cantando bajo la lluvia tiene un atractivo e importancia adicionales ya que es una de las pocas películas que Hollywood ha hecho sobre sí mismo

El musical final, además de ofrecer incontables canciones e interpretaciones inolvidables (entre ellas el asombroso número protagonizado por Cyd Charisse (Melodía de Broadway), impartió al público una lección en historia popular sobre una época en que el cine aprendió a hablar, cantar y bailar.

No sobrevive al filme ninguno de los tres intérpretes protagonistas. En 1996 desaparecía para siempre Gene Kelly a los 83 años. En 2003 nos dejaba Donald O’Connor a los 78. Siempre merecedor de un Oscar (que él mismo había repetido en más de una ocasión) nunca lo ganó. Y en 2016 moría Debbie Reynolds a los 84, la madre de la galáctica Carrie Fisher.

Pero ahí nos quedan los fastuosos números musicales para recordar, preferentemente en familia, cómo se hace auténtico cine, rico en valores y en sabiduría narrativa. ¡Ah, lo deseable es que veais la película en versión original! Os lo agradeceréis a vosotros mismos. Y, por favor, quedaos en casa.