Todo el romanticismo oriental se lo debemos a Yoji Yamada por su ‘Maravillosa familia de Tokio’
¡Mis queridos palomiteros! ‘Maravillosa familia de Tokio’: Tierna mirada al amor de Yoji Yamada. Quien me conoce sabe que soy un romántico, así que no podía dejar pasar la ocasión de dar voz a uno de los autores románticos más destacados del cine oriental, precisamente ahora, en Semana Santa, para dotar de más amor y sensibilidad a esta etapa de confinamiento casero.
Y es que a sus 88 años, el laureado director de cine japonés goza de un estado de salud cinematográfica envidiable. La comedia Maravillosa familia de Tokio, de tono costumbrista, cuenta las andanzas de un matrimonio que funciona desde hace más de cincuenta años. Él, interpretado por Isao Hashizume pregunta a su esposa (Kazuko Yoshiyuki) qué quiere como regalo de cumpleaños y, ante su sorpresa, ella le pide que le firme los papeles del divorcio.
La noticia sumerge a toda la familia en el caos. Para empezar, sus hijos caen en un estado de pánico que se traduce en singulares versiones individuales ante tan sorprendente suceso.
‘Maravillosa familia de Tokio’: Tierna mirada al amor de Yoji Yamada, el cineasta oriental romántico por excelencia
Yoji Yamada ha reunido al reparto con el que ya hizo el remake del peliculón Cuentos de Tokio, Una familia de Tokio, para homenajear a su director Yasujiro Ozu. Y lo ha vuelto a hacer para continuar con el homenaje, pero ahora a partir de una historia propia.
El filme tiene momentos de alta comedia clásica al estilo de Capra o Lubitsch, donde el veterano Yamada entremezcla varios géneros del humor más elegante a través del slapstick, el chiste o el absurdo con gran estilo y sin que decaiga un ápice el ritmo.
Por otro lado, el director, al lado de su guionista habitual, Emiko Hiramatsu, muestra lo ridículo de algunos comportamientos, siempre con una mirada divertida e hilando la narración con una facilidad abrumadora.
Y es que si hay sabiduría en la narración es porque Yamada revela el profundo conocimiento que tiene sobre el ser humano, gracias a una propuesta amable por la cercanía de lo cotidiano.
Además, toda reflexión sobre la institución matrimonial que el séptimo arte nos brinde será, por escasa, bienvenida, pues si los relatos sobreviven en esta era nihilista y febril es por la vigencia y evolución de los grandes temas, incluidos los que acarrean sustrato moral.
Como dice el más joven de los protagonistas: “la disonancia nos ayuda a percibir la armonía (o la belleza)”. Un lujo de película.