María Ángeles Almacellas reivindica el modo de aprender a mirar el séptimo arte con su espléndido ejemplar ‘Educar con el cine: 22 Películas’
¡Mis queridos palomiteros! María Ángeles Almacellas propone ‘Educar con el cine: 22 Películas’. La autora es doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación y ha publicado, entre otros trabajos reseñables, Educar la inteligencia. Descubrimiento de los valores a través de la literatura y el cine (2000).
Parece que, poco a poco, estoy consiguiendo aprender un poco más sobre cine, gracias a quienes lo expresan mejor que yo. ¿Por qué lo digo? Porque ha caído en mis manos este nuevo libro, con miga, editado por EIUNSA, Ediciones Internacionales Universitarias.
Podríamos decir que el cine encierra en sí mismo un enorme potencial formativo si lo utilizamos con un método pedagógico adecuado. Se convierte así en un inestimable recurso para ensanchar las bases de la formación humanística de niños y jóvenes, y orientarles en temas como el materialismo desenfrenado, la violencia, la promiscuidad sexual y el consumo de alcohol y drogas.
María Ángeles Almacellas propone ‘Educar con el cine: 22 Películas’
Si a través de este libro se les ayuda a captar la vida humana que encierran las historias que ven en la pantalla, los niños aprenderán a interpretar la vida.
Educar con el cine quiere servir de apoyo, además, para padres, profesores, tutores, animadores de grupo, cineforum…, pues expone de forma sencilla este método de interpretación y añade el comentario de 22 películas para distintas edades, aparte de un guión de sugerencias para la reflexión y el diálogo.
Por ejemplo, al admirar esa joya cinematográfica que es Ben-Hur (William Wyler, 1959), la inmensa mayoría de las personas piensa en la escena de la carrera en el circo, pero desde el ángulo educativo, el mejor momento es el de la balsa. El implacable cónsul romano trataba a Judá Ben Hur como un mero galeote y le llamaba, sencillamente, “41”, número del remo al que iba encadenado.
En el fragor de la batalla naval, el cónsul estuvo a punto de morir ahogado. Sólo el arrojo de Judá Ben Hur pudo salvarle la vida. Al encontrarse con él en la balsa, sus primeras palabras fueron éstas: “Oye, 41, ¿en realidad, cómo te llamas?”.
Deseaba encontrarse con él, en sentido riguroso, es decir, iniciar una relación amistosa, y para ello el primer paso era llamarle por su nombre propio y, de esa forma, tratarle como persona.
Si a través de este libro se les ayuda a captar la vida humana que encierran las historias que ven en la pantalla, los niños aprenderán a interpretar la vida
Vista esa escena con las debidas indicaciones, constituye toda una lección de ética, que ningún espectador avisado podrá olvidar de por vida.
¡No dejéis escapar la oportunidad de leer libros como éste, palomiteros!