Drew Barrymore lo da todo por amor en ‘Una aventura extraordinaria’
¡Mis queridos palomiteros! Drew Barrymore lo da todo por amor en ‘Una aventura extraordinaria’. A partir de la novela que Tom Rose publicó en 1989, Freeing the whales, el escritor americano, Ken Kwapis -cineasta especialmente televisivo (Uno para todas, 2005; Hasta que el cura nos separe, 2007; ¿Qué les pasa a los hombres?, 2009)-, adapta el texto literario al cine que convierte en Una aventura extraordinaria (Big miracle, 2012), tibio drama familiar, trufado de buenas intenciones, basado en hechos reales, aunque argumentalmente poco consistente.
Una aventura extraordinaria cuenta la historia del periodista Adam Carlson, afincado en una ciudad pequeña, y de Rachel Kramer, una voluntaria de Greenpeace, a los que se unen naciones rivales para salvar a una familia de tres majestuosas ballenas grises atrapadas en el hielo del Círculo Polar Ártico en su migración al sur cuando el mar se congeló antes de lo previsto.
Drew Barrymore lo da todo por amor en ‘Una aventura extraordinaria’
El reportero local está decidido a irse de Alaska en busca de horizontes más prometedores. Cuando obtiene la primicia de su vida, el mundo entero llega corriendo. Se encuentra con que un magnate del petróleo, varios jefes de Estado y un puñado de periodistas hambrientos de noticias aparecen en el gélido lugar. Pero lo único que preocupa a Adam es Rachel. No sólo es una acérrima defensora del medioambiente, también es su ex novia.
Rachel y Adam deben convencer a una extraña coalición formada por miembros de la comunidad inuit, empresas petroleras y el ejército estadounidense para que olviden sus diferencias y liberen a las ballenas.
Mientras el mundo entero está pendiente de lo que ocurre en la helada punta del globo, salvar a estos animales en peligro se convierte en una causa común para naciones enfrentadas, hasta el punto de conseguir un deshielo momentáneo de la Guerra Fría.
Ambientado en 1988, este drama familiar posee un fuerte tono documental que Ken Kwapis ha conseguido ponderar para que no se parezca demasiado al filme de Simon Wincer, Liberad a Willy (1993), pero en versión mejorada, que desarrollaba una trama bastante similar sobre la salvación de una orca en el Pacífico Norte alejada de su familia.
Llama la atención sus impresionantes animatronics para recrear las ballenas, su mensaje ecológico tan claro, positivo y necesario en nuestra sociedad postmoderna
La historia, por su parte, adolece de una subtrama romántica forzada que eclipsa la bien intencionada historia sobre la superación humana en situaciones límite, al tiempo que se critica la injerencia de los medios de comunicación que irrumpen en la escena para ser los primeros en dar la noticia.
Ello implica el respeto por los pueblos en esas zonas del mundo que podrían verse dominados por las nuevas tecnologías y que dejarían a un lado su tradición y cultura naturales.
Por otro lado, a la cinta le pesa tanto la tragicomedia que el conjunto resulta demasiado alambicado y arquetípico al introducir demasiados datos históricos y personajes políticos como Gorbachov y Reagan en torno a la aventura, sin prestar mucha atención a lo que representó para el mundo un salvamento tan especial, lo cual se traduce en un guión amable pero deslavazado.
A pesar de todas estas deficiencias, el filme se compensa gracias al buen oficio de Ken Kwapis en su dirección de actores y en sus intérpretes principales (Drew Barrymore y John Krasinski), que desarrollan sus roles con suficiencia, aunque en ellos no hay cabida para el lucimiento.
Además, se agradece su impecable factura técnica, desde su ágil puesta en escena -su aproximación sencilla al conflicto que mantuvo en vilo a Estados Unidos durante varios días- o su preciosismo en el diseño de fotografía.
El filme se compensa gracias al buen oficio de Ken Kwapis en su dirección de actores y en sus intérpretes principales
También llama la atención sus impresionantes animatronics para recrear las ballenas, su mensaje ecológico tan claro, positivo y necesario en nuestra sociedad postmoderna, que renuncia a implicarse de modo audaz en asuntos tan delicados.
En este sentido, recordamos cómo estos asuntos los malogró y maltrató Roland Emmerich en El día de mañana (2004), filme que predicaba el apocalipsis terráqueo si no se ponía freno al calentamiento global del planeta. Pero por fortuna, Una aventura extraordinaria discurre por otro lado y termina por devolver la fe y la confianza en el ser humano.