Frente al desarraigo y la soledad, recuerda al cineasta belga Pierre Duculot y ‘Una casa en Córcega’, un refugio que sana y repara
¡Mis queridos palomiteros! ‘Una casa en Córcega’: Convincente debut dramático de Pierre Duculot. Como sabéis, uno de mis temas preferidos del séptimo arte son las relaciones padres-hijos y, en consecuencia, el sentido de pertenencia.
Pues bien, la distribuidora de cine Surtsey Films -este viernes, 4 de diciembre, estrena en salas Beginning, la absoluta triunfadora de la pasada edición del Festival de Cine de San Sebastián, donde se alzó con la Concha de Oro– estrenó hace siete años en España Una casa en Córcega.
Se trata de una amable revisión sobre el sentido de permanencia o de la búsqueda sobre el origen -tema recurrente que han tocado casi todos los realizadores del mundo- de mano del director y guionista Pierre Duculot (Dormir au chaud, 2006), que pone en contraste la alegría de vivir -de crecer ante las adversidades- frente al desafío de la muerte.
‘Una casa en Córcega’: Convincente debut dramático de Pierre Duculot
Todo ello se presenta envuelto en un marco de armoniosa belleza formal. De esta manera, se rescatan y reivindican las posibilidades del lenguaje narrativo, que en este caso han facilitado que la historia prácticamente se filme en el campo, lo cual ha dado paso a generar un perfecto deleite de propuesta rural.
Baste aclarar que el estilo está al margen del formato documental, así como de algún otro retrato de postal, a lo que se añade una puesta en escena y un guion bastante dignos. Todo un acierto en el debut para cine del cineasta belga.
Por su parte, Una casa en Córcega cuenta la historia de Christina, una joven de treinta años que trabaja como camarera y tiene una vida aburrida junto a su novio Marco.
Cuando la abuela de Christina muere le deja su casa en Córcega. Nadie parece saber cómo o cuándo la anciana compró la casa. Su entorno y su novio tratan de convencer a Christina para que la venda, sin embargo ella se niega. Quiere entender el porqué de su familiar. Esta herencia se presenta en forma de oportunidad para reflexionar sobre su monótona existencia y sus consecuencias.
Duculot fabrica un retrato poderoso sobre la mujer, independiente y decidido
Con la vista puesta en una excusa narrativa bien trazada, Pierre Duculot aprovecha sus cualidades expresivas para revisitar un montón de temas y así poner punto de partida a todas las inquietudes de Christina, una chica que rompe con todo para encontrarse a sí misma. El mundo que la rodea la tiene insatisfecha.
Y Duculot acierta en su regreso al origen. Entre otras virtudes, elogia a la familia -que en este caso supone acercarse también a la muerte y a su idea de trascender, más allá de una idea cultural-, critica la crueldad sobre el desempleo y el fracaso que implica no haber progresado más en un mundo sin salidas y fabrica un retrato poderoso sobre la mujer, independiente y decidido, sin caer, ni por asomo, en cuestiones feministas ni en egoísmos individualistas al que nos acostumbran a menudo otros cineastas con más experiencia narrativa.
En cuanto al trabajo con el guion, Duculot pondera perfectamente la estructura en tres actos, realiza un trabajo espléndido en el diseño de fotografía, se aprecia el dominio con la cámara en mano, despliega talento en la dirección de actores -todos convincentes-, desarrolla una hermosa banda sonora y facilita el equilibrio entre los personajes principales y secundarios, lo cual es sintomático, dado que la mayoría de los segundos son desconocidos.
En resumen, Duculot sabe cómo moverse en el ambiente del largometraje y este amable drama de autor, sencillo, de pocas palabras es el botón de muestra que le augura un buen futuro profesional.
