Entrevista al cineasta francés Stéphane Demoustier (‘La chica del brazalete): “Ninguna fórmula supera la experiencia de ver una película en una sala de cine”
¡Mis queridos palomiteros! Stéphane Demoustier: ‘La chica del brazalete’ cuestiona el conflicto moral. Hace cinco años, este director y guionista de cine francés de 44 años saltaba a la palestra al conquistar el César al mejor cortometraje por su trabajo La contre-allée. Dos años antes ya había debutado como realizador en el largo Terre battue (2014), al que siguió Allons Enfants (2018), película que fue seleccionada en el Festival Internacional de Cine de Berlín.
Ahora ha cautivado a público y crítica con su trepidante drama judicial La chica del brazalete, que el próximo viernes, 12 de los corrientes, llegará a las salas de cine españolas gracias a Surtsey Films.
Hemos podido hablar con él a su paso por Madrid. Se presentó ante mí, en el salón de un hotel donde se celebró la entrevista, con discreción y educación. Resultó muy cercano en las formas y no esquivó ninguna pregunta. Mascarilla en ristre, con la colaboración de un buen amigo intérprete y tomando todas las medidas de seguridad oportunas, arrancó la amable charla. Afuera llovía.
Stéphane Demoustier: ‘La chica del brazalete’ cuestiona el conflicto moral
¿Cuál es el origen de esta historia?
Me interesaba dar respuesta a la gran pregunta: ¿Conocemos a nuestros hijos? Tenía la sensación de que el proceso judicial que desarrolla La chica del brazalete podía responderlas. Por otro lado tenía muchas ganas de rodar una película de pleitos.
¿Por qué?
Porque siempre son objeto de suspense. Y, en este sentido, el espectador podría reaccionar por dos vías. Una, por lo que objetivamente narra la historia. Y la otra, por el dictado de su imaginación.
¿Cómo llevó a cabo el proceso de documentación?
Asistí a muchos juicios, leí mucho sobre el tema, me relacioné con abogados… No quería filmar un documental sino una película que fuera fiel a los procesos judiciales en Francia. Otro aspecto interesante consistió en entrevistar a muchos jóvenes que tienen la misma edad que el personaje principal. Además serían mis primeros críticos sobre el asunto. Así las cosas, empecé a escribir las primeras ideas sobre el conflicto.
“Ninguna fórmula supera la experiencia de ver una película en una sala de cine”
¿Qué aporta su película sobre otros dramas judiciales?
No sé si aporta algo nuevo, pero la parte más fuerte es proponer al espectador la experiencia de asistir a un juicio donde el espectador decida el rumbo de los acontecimientos en función de sus creencias. A menudo el cine que afronta dramas judiciales sentencia de una forma u otra la película, es decir, que da paso a una verdad absoluta. Y mi pretensión no era colocarme en ese lugar.
¿Pretendía que el peso de la duda razonable recayese sobre el espectador?
Sí, me interesaba el debate que podría surgir al final de la película. Para mí eso es lo más valioso. Estaba convencido de que iban a surgir más preguntas que respuestas. Tras hacer proyecciones y acudir a festivales, preguntaba al respetable que decidiera: ¿inocente o culpable? Y, en función de las veladas, el resultado variaba. Y más allá de esto me parecía también muy interesante el periplo que tienen que atravesar todos los personajes.
Me gusta, especialmente, el tratamiento que la historia hace sobre el personaje del padre de nuestra protagonista. Está dispuesto a proteger a su hija, piensa que la conoce, y cuando se da cuenta de que no es así se viene abajo. Es más, diría que ese camino que él hace de aceptación de la nueva identidad de su hija es lo más importante del drama. Por tanto, nos hallamos ante una película con dos lecturas muy identificables.
¿Cuál es su opinión sobre el uso de las redes sociales?
Ésta es una generación (la de la película) que ha nacido con las redes sociales (RRSS). Las técnicas no son malas, lo que es malo es su uso. En este sentido, los adultos no tenemos nada que hacer. No sabemos cómo las usan. Y ellos, en gran medida, tampoco. A determinadas edades los chavales son muy vulnerables. Es muy fácil que asome su sentimiento de culpabilidad y enseguida se convierten en víctimas. Por no hablar de las penosas consecuencias que acarrea su manipulación. Históricamente, todas las generaciones se han opuesto a la generación anterior. Es más, me hubiera gustado asistir al nacimiento de este nuevo modo de comunicación con otros jóvenes para comprobar cómo funciona realmente.
“Me gusta, especialmente, el tratamiento que la historia hace sobre el personaje del padre de nuestra protagonista”
¿Por qué es importante la familia en su cine?
La familia es la primera sociedad a la que uno pertenece. En el caso de La chica del brazalete, la joven acaba de salir de su etapa infantil. Lo que me gusta de la familia son sus contradicciones. Es un lugar de amor, de protección, pero también puede resultar asfixiante según qué casos. A esa edad, los jóvenes no tienen filtro para decir cualquier cosa. El paso de la infancia a la adolescencia me parece apasionante, porque la persona comienza a afirmarse, a situarse. Por otro lado hay una respuesta biológica, sintetizada en cambios de rostro y aspecto físico.
¿Por qué cree que hoy día en las relaciones padres-hijos hay falta de comunicación?
Siempre ha existido. Como le decía, la juventud necesita afirmarse y ello forma parte de la vida. No creo que hoy haya más falta de comunicación que en tiempos pretéritos. No digo que sea fácil de gestionar, pero es inevitable.
¿Cómo resultó el trabajo con la actriz adolescente?
Melissa nunca había trabajado en nada relacionado con el mundo audiovisual, pero tenía una naturaleza que encajaba totalmente en el papel. Sabía cómo responder a la intensidad de los silencios y consiguió dotar de misterio a su personaje, sin crear un prototipo opaco. Pasé mucho tiempo con ella para que fuera ganando confianza en el trabajo y para que yo pudiera conocerla mejor, si bien es cierto que apenas he ensayado con ella.
“Para esta película he tenido muy presente a Robert Bresson”
¿Qué representa el plano final de la película, cuando la joven se anuda en su pie la cadena que lleva al cuello?
Es una interpretación de la historia. Una imagen buscada intencionadamente para cerrar el filme, tanto desde el punto de vista narrativo como desde el punto de vista plástico. Unos pueden considerar culpable a la chica, porque no puede vivir sin el brazalete que le ha tenido atada tanto tiempo. Otros apostarán por su inocencia, porque ella no quiere olvidar el tamaño de su sufrimiento.
¿Cuáles son sus referentes fílmicos?
Muchos. Para esta película he tenido muy presente a Robert Bresson, y más en concreto el estilo que desarrolló en El proceso a Juana de Arco (1962), donde el autor francés tenía una gracia, un estilo y una elegancia de presentar al personaje que me atrapó, al margen de su tono sobrio.
¿Cuál ha sido su mayor reto al hacer esta película?
Rodarla con fluidez a partir de unos personajes que no se mueven, cuya heroína está prácticamente muda y sin que la curiosidad que tenemos por su personaje se disuelva.
¿Por qué hay que ir a ver ‘La chica del brazalete’?
Si nunca habéis acudido a un juicio, tenéis que ir a alguno para que comprobéis qué ocurre dentro de la sala. Y si habéis ido, estaréis conmigo en que es adictivo. En ese sentido estoy seguro de que la película os va a gustar.
¿Cómo imagina el cine dentro de unos años, cuando no haya resto de pandemia en el mundo?
No lo sé. Hay que aceptar que la situación es crítica. En Francia hay una gran cultura por el cine. Pero tenemos dos problemas: ahora el público que asiste a las salas es cada vez de más edad. Y, por otro lado, las plataformas se están haciendo con todo el poder mediático. Pero ninguna fórmula supera la experiencia de ver una película en una sala de cine. Espero que se trabaje en políticas que contribuyan a su reactivación. Quiero ser optimista.