‘Una pequeña historia’: Héctor Alterio da otro emocionante recital de talento
¡Mis queridos palomiteros! ‘Una pequeña historia’: Héctor Alterio da otro vibrante recital de talento.
Ayer pude disfrutar de una noche de lujo en el céntrico Teatro Reina Victoria -dirigido por Jesús Cimarro-, donde el célebre actor argentino, Héctor Alterio -protagonista en cine de títulos como El hijo de la novia (Juan José Campanella, 2001), o de teatro, donde ha sido el actor principal de En el estanque dorado (Ernest Thompson) junto a Lola Herrera y que dirigió en 2013 la camaleónica Magüi Mira-, ha vuelto a demostrar, con ironía y humor, que el talento no solo es cosa de oficio o de sabiduría. Es mucho más.
‘Una pequeña historia’: Héctor Alterio da otro vibrante recital de talento
El espectáculo que ha protagonizado junto al joven músico bonaerense de 51 años, Juan Esteban Cuacci, titulado Una pequeña historia, es una filigrana inmersiva, que el respetable con todo merecimiento ha ido aplaudiendo con ganas a medida que se cocinaba.
Dispuesta con un piano de cola de color negro, una silla, un sillón con brazos y tres atriles, la sobriedad de su puesta en escena facilitaba la creación de una atmósfera íntima y cálida. ¿Teatro tenebrista? Tal vez. ¿Teatro mágico? Tal vez. Para ponerlo en valor se ha contado con el tono y el volumen apropiados de sus dos artistas protagonistas.
Y se ha podido sentir por dentro gracias al buen hacer y saber de un buen pianista y un buen actor, que se han acompañado en un delicioso recital de textos –no especialmente fáciles de memorizar e interpretar– en un singular recorrido vital entre Buenos Aires y Madrid. Un viaje de ida y vuelta, no exento de avatares poco optimistas.
Por su lado, Héctor Alterio, a ratos sentado, a ratos de pie, ha mostrado su pulso firme y determinación en cada uno de los escritos: tangos y versos sueltos, entre otros hallazgos, consiguieron hipnotizar al público que abarrotó el teatro. No faltó su agradecimiento -en este repaso biográfico- al actor Juan Diego -se nos fue hace ya dos años-, que como cabeza visible de la profesión tanto luchó y logró por los derechos de los actores, y así dotar de un marco legal a la abultada desigualdad reinante.
Alterio, por su lado, ha logrado tenernos en un puño mientras dice el verso y también nos ha soltado y nos ha dejado libres para hacernos reír al segundo siguiente. Dominio de la acción y la palabra a sus casi 95 años. No es asunto baladí.
Dadas las características de la polifórmica propuesta, igual que ocurre en los conciertos de música clásica, nos ha regalado dos propinas que nos han sabido a gloria. Como así ha ocurrido también con el carrusel de autores mencionados que han sonado con rotundidad en el citado teatro. Entre ellos, René Clair, León Felipe, Borges, Catulo Castillo, Piazzolla, Horacio Ferrer, Hamlet Lima Quintana, Eladia Blázquez…, que Ángela Bacaicoa -a la sazón directora del montaje y esposa de don Héctor- ha sabido diseñar en forma de lúcida, refrescante y reflexiva dramaturgia.
Los madrileños estamos de enhorabuena, somos unos afortunados por tener tan cerca de nosotros a tan ilustre personalidad. Y de haber podido y poder disfrutar de ella con este icónico trabajo, sencillo en apariencia, de gran sensibilidad, pero con un labor tras de sí de mucho esfuerzo y empeño que solo pueden sacar adelante los valientes y los especialistas en cada una de las disciplinas artísticas exhibidas.
Por todo ello, agradezco a Pentación Espectáculos y a don Jesús Cimarro su compromiso con la cultura y el arte, y con iniciativas como esta, que permiten la creación de espacios únicos para su difusión y promoción. Un dechado de virtudes que para saborearlas obligatoriamente hay que estar sentado en la butaca.
Por cierto, el montaje ya había atravesado una exitosa gira de un mes en Buenos Aires, y ahora, tras el verano, ya hay una programada por España. Por favor, no os la perdáis.