‘Cold War’: el cineasta polaco Pawel Pawlikowski, siempre impecable, recuerda que el amor sólo puede ser en blanco y negro
¡Mis queridos palomiteros! ‘Cold War’. Pawlikowski, rotundo: el amor en blanco y negro. Hoy, 5 de octubre, las salas de cine españolas acogerán este magnífico estreno. El filme, producido entre Francia, Polonia y Reino Unido, está dirigido por el cineasta polaco de 62 años, de nombre Pawel, autor de Ida, esa obra maestra que le supuso el Oscar a la mejor película de habla no inglesa hace tres años.
Ahora, con Cold War el realizador de cine de Varsovia reafirma su talento, dado que se alzó con el premio al mejor director en la edición del Festival de Cannes 2018. Distribuye en cines Caramel Films.
Cold War cuenta la historia de amor entre dos personas con diferentes formas de ser que lamentablemente son separadas. Esta pequeña catástrofe acontece en plena Guerra Fría, tal y como su nombre indica, en la década de los 50 en Polonia, Alemania, Yugoslavia y Francia. Estas dificultades llegan por los problemas propios del conflicto bélico.
‘Cold War’. Pawlikowski, rotundo: el amor en blanco y negro, y sí existen los milagros
No sé si este último trabajo de Pawlikowski, eminentemente romántico, musical, sentido y sutil, puede eclipsar con su belleza a la oscarizada Ida. Puede que todo ese amor depositado en esta historia contenga un elevado carácter biográfico, pues los protagonistas se llaman como los padres del director, y el propio Pawlikowski les dedica el filme.
Y puede que por todo ello Cold War sea, hasta el momento, la película más personal -tanto en la forma como en el fondo- de este veterano director. Además ha optado por un formato de pantalla más estrecho lo que facilita que el espectador entre mejor en la temática de la historia de la posguerra que cuenta el filme, rodado en blanco y negro.
‘Cold War’ no quiere saldar cuentas con nadie
Toda esta integración de elementos colabora a que Pawlikowski capture un sinfín de retales de vida en mitad de un mundo hostil, como ya hemos informado sobre el tema. Y lo hace impregnando al drama de un derroche de amor desmedido, justamente para ponerlo en contraste con lo que querría hacer el comunismo pero dándole la vuelta.
Por ello, la grandeza de Cold War reside no sólo en esa capacidad de transmitir esa extraña intensidad con la que se miran sus protagonistas, sino también de poner el acento en que la película no quiere saldar cuentas con nadie, ni busca enfrentamiento alguno. En este sentido hallamos similitudes con el trabajo de otro gran polaco, Andrzej Wajda, y su tremenda Katyn.
Finalmente, la historia cuenta con dos actores de lujo, Joanna Kulig y Tomasz Kot. Se aprecia también la sabia dirección de actores, la integración de música incidental y banda sonora, todo ello coronado por una factura visual impecable, donde el blanco y negro, como decíamos antes -portento visual y narrativo- de todas sus imágenes dan la medida perfecta de una película que afirma que gracias al amor todo es posible, a pesar de las piedras del camino.
Y que gracias a la imperfección humana podemos ser capaces de cambiar la perspectiva del mundo que nos rodea, siempre con Dios en medio de nosotros. No se la pierdan. De lo mejor de la temporada de cine de este año.