‘4 latas’: Floja road-movie de Gerardo Olivares con buenas intenciones
¡Mis queridos palomiteros! ‘4 latas’: Floja road-movie de Gerardo Olivares con buenas intenciones. Así es el último trabajo del realizador y guionista cordobés de 55 años, que el pasado 1 de marzo llegó a las salas de cine españolas de la mano de Wanda Films.
Olivares despuntó en 2007 con su filme 14 kilómetros al convertirse en el primer español en ganar la Espiga de Oro en el popular festival de cine de Valladolid, popularmente conocido como la SEMINCI que, como se sabe, se trata de un festival de tradición católica. En esta ocasión, a Olivares le cuesta encontrar el tono de la película que nos ocupa, a pesar de contar con un reparto más que digno.
4 latas sigue las andanzas de unos amigos ya algo talluditos. Al saber que su amigo Joseba (Quique San Francisco) está enfermo, Tocho (Keuchkerian) y Jean Pierre (Reno) deciden ir a visitarle a Mali. Recordando los viajes que hicieron los tres juntos en los años 80 del siglo pasado, cruzando África en coches que luego vendían en Mali y Níger, se aventuran a atravesar el Sáhara con un Renault 4L que aún conserva su hija, Ely (Susana Abaitua). Será una aventura repleta de emociones y de divertidos encuentros, que cambiará la vida de todos ellos para siempre.
La idea primigenia del filme parte de una premisa argumental que podía haber sido tratada con algo más de profundidad
Gerardo Olivares ha querido abarcar mucho y se ha quedado en menos de lo que imaginada. Si bien es cierto que la cinta despliega grandes temas como la corrupción o las relaciones entre padres e hijos, entre otros, no le da tiempo a desarrollarlos con suficiencia y, en este sentido, el guión se queda cojo.
‘4 latas’: Floja road-movie de Gerardo Olivares con buenas intenciones, a pesar de contar con un gran reparto
Por otro lado, nos encontramos con este mal endémico del cine español de introducir siempre elementos chuscos, que al final sólo sirven para rellenar aquello que no tiene consistencia. Y eso que la idea primigenia del filme parte de una premisa argumental que podía haber sido tratada con algo más de profundidad, o al menos no de un modo tan ligero, que termina por descafeinar la historia.
Se podría decir, incluso, que en el fondo, más que en la forma, se asemeja a Ahora o nunca (Rob Reiner, 2007), esa gran historia de dos amigos enfermos que elaboran una lista de acciones a realizar antes de morirse.
Así las cosas, el drama de Olivares, que despliega una hermosa puesta en escena, no llega a transmitir emociones a causa de la ausente dirección de actores, de unos personajes planos que no terminan de definirse, además de que la propuesta por aproximarse al buenismo funciona a trompicones.
Por todo ello, el filme se queda a la orilla de ser una película de referencia sobre la amistad en todo su sentido, lo cual no significa sea una mala película. Es una historia para pasar el rato, a pesar de su falta de credibilidad, dado que lo que subyace en todo momento es una pretensión insatisfecha por redescubrir la identidad.