Antes de la masificación de los superhéroes en el cine existieron ‘Los Increíbles’. ¿Te acuerdas de ellos?
¡Mis queridos palomiteros! Los mejores superhéroes son ‘Los Increíbles’, al menos para mí. Ya nos hemos referido desde estas pantallas al papel de los superhéroes en el séptimo arte. Me encantaron, ciertamente, Los Vengadores y me pareció una simpleza Superlópez. Así que vayamos con los simpáticos ‘Increíbles’, que para mí representan la virtud, que dirían los clásicos.
Mr. Increíble es un superhéroe que goza en el ejercicio de su trabajo, combatiendo el crimen y poniendo entre rejas a los villanos de turno. Además, su profesión le permite hacer amistades, también dotadas de superpoderes, como es el caso de Frozono, e incluso conocer a la que será su media naranja, Elastigirl, con quien se casa y tiene tres simpáticos retoños, la adolescente Violeta, el hiperactivo Dash, y Jack-Jack, un bebé.
Pero vivimos tiempos mediocres, que diría Elijah, el personaje con aires de profeta de El protegido, un filme que también reivindicaba a los superhéroes. El pleito que sigue al salvamento de un suicida gracias a la actuación de Mr. Increíble pone en la picota, ante la opinión pública, a los superhéroes. Nadie quiere personas que destaquen por encima de los demás, conviene medir a todos por el mismo rasero de la mediocridad.
Los mejores superhéroes son ‘Los Increíbles’: el talento y la creatividad se dan la mano en este impecable filme de animación
De modo que Mr. Increíble y el resto de los superhéroes son obligados a acogerse a un programa del gobierno para su reubicación en profesiones “normales”, donde no pueden desarrollar sus talentos natos.
Así que Mr. Increíble pasa a convertirse en Bob Sparr, empleado de una compañía de seguros, donde sus superiores le someten a una burocracia absurda, donde no faltan prácticas poco éticas, como la de engañar a los clientes, que nuestro protagonista burla como buenamente puede.
Por otro lado, los hijos son obligados a reprimir sus superpoderes, lo que no les facilita en absoluta la vida cotidiana en la escuela. Mientras el traje de Mr. Increíble empieza a apolillarse, Bob recibe una misteriosa oferta para ejercer de superhéroe en una exótica isla. Pero no puede decir nada a nadie, ni siquiera a su mujer.
De nuevo, reclutado el talento de Brad Bird (El gigante de hierro), Pixar demuestra que en un filme animado (en realidad, en cualquier filme), lo más importante es la historia. Y a este respecto, el derroche de imaginación es sencillamente apabullante.
Desde la premisa argumental, pasando por la descripción detallada de los personajes. Aparte de la citada genial familia, destacan Edna Mole, diseñadora de los trajes de superhéroes, que detesta las capas en ellos, y que homenajea a Mr. Magoo y Síndrome, un divertido villano que sirve además para hacer una afilada crítica a los clubs de admiradores que más que fans parecen fan… áticos.
Pixar demuestra que en un filme animado lo más importante es la historia
Bajo la capa (con perdón, Edna) de una historia divertida, y con una acción tan trepidante que nada tiene que envidiar a las historias de James Bond (sobre todo en la parte que se desarrolla en la isla), subyacen ideas que contribuyen a un guión férreo, que fue candidato al Oscar (el filme ganó dos estatuillas, como película de animación, y por el montaje sonoro).
Además de esa necesidad de cultivar los propios dones, sin permitir que nadie de fuera nos los eche a perder, la película habla de la familia unida como un planteamiento necesario a la hora de enfrentarse a los grandes problemas. Y se nos muestra cómo el desempeño de los trabajos ordinarios (ser ama de casa, asesorar con su seguro a una ancianita) requiere a veces tanto o más esfuerzo que el necesario para repartir estopa a un gigantesco robot.
El humor nos regala situaciones impagables, ya sea al mostrar los estropicios que puede organizar Mr. Increíble por no poder controlar siempre su fuerza, en las misiones clandestinas de Mr. Increíble y Frozono, o cuando una alucinada Elastigirl descubre que su esposo ha encargado a Edna, a sus espaldas, unos trajes de superhéroe que son realmente el último grito.
En el apartado que podríamos denominar “homenajes”, los hay, por supuesto, a todos los cómics de superhéroes, con mención especial para Los 4 Fantásticos (incluido el personaje de Frozono, y la lucha final), y a Watchmen, una creación de Alan Moore. También a Bond, como decíamos antes (en la presentación de los gadgets de vestuario, o en la seductora villana), e incluso a El retorno del Jedi, en la persecución por un paisaje selvático.
El filme homenajea a todos los cómics de superhéroes, con mención especial para Los 4 Fantásticos
Por supuesto, el capítulo puramente técnico de la animación es un nuevo do de pecho de Pixar. Se trata del primer filme de la compañía protagonizado por humanos, lo que obligaba a mejorar los resultados en este capítulo, que en sus anteriores filmes tenían una presencia secundaria, y estaban más descuidados.
De modo que se ha trabajado a fondo el modo de reproducir los rasgos, la piel y el pelo. Pero como explica John Lasseter “cuanto más real intentes hacer algo, más posibilidades tienes de fracasar. El secreto de Brad ha sido producir algo que los espectadores ‘saben’ que no existe, algo tan estilizado que lo creerán si todo tiene coherencia.”
Así las cosas, “cuando ves actuar a los personajes y te fijas en sus ojos, sientes lo que está pasando en su alma”.