Menéndez Pelayo: la travesía del roscón y las inmobiliarias - Pateando A Coruña

Menéndez Pelayo: la travesía del roscón y las inmobiliarias

Calle Menéndez Pelayo. Comienza en Linares Rivas y termina en Juan Flórez. 20 números. 200 metros. 15005.

Menéndez (y) Pelayo

Es Menéndez y Pelayo en la placa. Como Menéndez Pelayo figura en el Catastro, y en boca de la mayoría de la gente. Estamos en una calle que, desde el principio del siglo XX, tuvo varios nombres, y todos bien distintos. Fue la Travesía de Garás, la Travesía de Linares Rivas o incluso la calle Francisco Pi y Margall, durante la república. Tras la Guerra Civil, quedó el reconocimiento en la placa a Marcelino Menéndez Pelayo, este escritor santanderino que llegó a sonar hasta para Nobel de Literatura.

 

Tráfico en la travesía

Aunque ya no figure en su nombre, Menéndez Pelayo sí que es, en esencia, una travesía. Es una de las calles de tráfico continuo del Ensanche, por los coches que llegan desde Alfonso Molina y giran a la izquierda.

En su poca distancia, suma un número importante de semáforos. Cruzarla de un lado a otro nos obliga, como mínimo, a pasar por dos de ellos.

No siempre se respetan los tiempos. De hecho, no son pocos los peatones que se lo saltan en el cruce con Linares Rivas, una intersección a la que, en el último año, se ha sumado el carril bici y algún que otro conflicto sobre prioridades de paso.

 

A ver quién aparca aquí 

Al primer tramo de Menéndez Pelayo se mudaron las plazas de carga y descarga que eliminó el itinerario ciclista. Aunque los vehículos que se ven, muchas veces, no son de reparto.

Y eso que Menéndez Pelayo tiene aparcamiento a ambos lados. Para residentes, primero, y una codiciada zona ORA, después. Los coches suben, miran a un lado y a otro y, a partir de esta calle deciden dónde seguir probando suerte, si es que no sale algún vehículo justo en ese momento.

En Menéndez Pelayo los pasos de peatones son de esos modernos que, en vez simular las rayas de la cebra, tienen los cuadrados que delimitan por dónde debemos pasar. Con pintura que, en pocos años, ya está gastada, quién sabe si por mala calidad o por el constante paso de ruedas.

Mejor caminar

En Menéndez Pelayo se han realizado algunas obras en los últimos meses para ensanchar algún cruce, pero el antes y después de la calle vino en 2007. Entonces, la calle se reformó de abajo a arriba, desde las tuberías a los árboles, pasando por las aceras de baldosa que, cuando se estrenaron, eran de color rosado.

Fue entonces cuando se hizo peatonal el tramo que va a Marcial del Adalid, frente a la plaza de Vigo. Cuando se callan los coches, en Menéndez Pelayo se puede escuchar a los gorriones, que cuelgan de los árboles de la plaza sobre nuestras cabezas. Por esta y otras razones, esta calle invita a caminar. 

Zona laboral y de buscar piso

Menéndez Pelayo tiene varios edificios singulares, elementos ornamentales y esquinas redondeadas. Curiosamente, es una zona donde se concentran empresas y agencias inmobiliarias, que muestran sus anuncios de ventas y alquileres, cada vez más altos.

Y, sobre todo, aquí hay muchas oficinas, consultas o despachos. Porque, más que residencial, es zona laboral. 

Una de las empresas que está en Menéndez Pelayo es Océano Azul Comunicación. En COPE hablamos con su responsable, Marta Guimaraes: 

Y aunque no se libra de los bajos vacíos, también tiene sus comercios. Una veterana juguetería, un Gadis de dos pisos o alguna tienda de ropa diferente. 

El roscón más famoso

El comercio con más años de Menéndez Pelayo consta de una sola palabra: Glaccé. La emblemática confitería lleva más de medio siglo aquí.  Una empresa familiar de la que todas las navidades sale una larga cola para hacerse con un codiciado roscón.

En época navideña, no hay reservas de roscones, y los vecinos del barrio saben el truco para evitar las esperas: lo encargan unos días antes… y lo congelan. 

 

 

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