Esta semana hemos conocido que el Papa Francisco ha aprobado las virtudes heroicas de dos mujeres españolas. Se trata de la seglar Ascensión Sánchez, fallecida en 1946, y de la religiosa Vicenta Guilarte Alonso, fallecida en los sesenta del siglo pasado.

Y es una buenísima noticia porque ambas podrían superar la esfera de lo próximo y ser muy pronto modelo de seguimiento a Jesús para la Iglesia universal.

Enamorada de la Eucaristía y fiel hija de la Virgen

Ascensión era laica consagrada y fundó el instituto secular Cruzada Evangélica junto al P. Doroteo Hernández Vera. Esta toledana, de Sonseca, hija de una familia numerosa, enamorada de la Eucaristía y fiel hija de la Virgen, dedicó gran parte de su vida a ayudar a quienes más lo necesitan, entre ellos a las mujeres privadas de libertad en los centros penitenciarios. Las acogía cuando salían, en época de la posguerra, para darles un hogar cuando no tenían educación, trabajo ni apoyo familiar.

Tuvo el tesón de acompañarlas en todo lo necesario, también lo espiritual, para sanar sus heridas y ayudarles en el difícil camino de dejar atrás lo vivido y poder mirar al futuro con esperanza. Hoy, su obra se encuentra repartida por España, Bolivia, Perú, R.D. Congo y Zambia.

La Iglesia española está de enhorabuena

Vicenta fue religiosa de la Congregación de Hijas de Jesús. Natural de Burgos, vivió dedicada a las personas en extrema debilidad, pobreza o enfermedad. Junto a varias hermanas fue enviada a Brasil, donde fundó varias comunidades.

Francisco reconoce en estas mujeres que vivieron las virtudes de forma heroica, y abre la puerta a pedir a Dios a través de ellas. El reconocimiento de un milagro debido a su intercesión las elevaría definitivamente a los altares, primero como beatas y luego como santas. Así, la Iglesia española está de enhorabuena por este paso que pone a dos de sus mujeres, una religiosa y una seglar, ante nosotros como ejemplo de misión y servicio al Evangelio en las periferias.