Transformación digital para romper moldes
Vaya por delante que creo que el inconformismo y la autocrítica son el mejor motor de la innovación, de la mejora continua, y del interés por mantener activo un proceso de análisis periódico sobre oportunidades de cambio; todo ello como garantía de permanencia; bien desde la evolución o, con una posición más drástica, desde la transformación.
Sin embargo, no comparto tan positivamente, la presencia apabullante de ciertos discursos relativos a la transformación digital que se lanzan al aire y que, al menos yo, veo que en gran medida tienen un alto componente de interés comercial.
Es obvio que hoy en día, la tecnología nos abraza y, por supuesto, debe estar dentro de la estrategia corporativa de toda empresa. Ni mucho menos voy a decir lo contrario.
Pero, en los últimos tiempos, desde diferentes foros y ámbitos, estamos sobreexpuestos a mensajes sobre digitalización, transformación digital, industria 4.0, IA, IoT, machine learning, deep learning, etc. Mensajes que vienen reforzados por todo tipo de consultoras, de gurús o desde la propia Administración, y que, por desgracia, no siempre se acompañan de la visión, de la experiencia, o de los medios que garanticen los mejores resultados y los más rentables.
Debemos marcar un contexto para no marearnos ante tanta presión de información, del mercado, y no caer en acciones precipitadas. Porque la transformación digital no es más que lo que hemos venido haciendo siempre, pero en otro entorno. Diría que pensemos simplemente en transformarnos. Eso sí, aprovechando los nuevos elementos de los que disponemos. La tecnología siempre ha estado presente y la hemos aprovechado para sacar alguna ventaja competitiva. Recordemos lo que supuso la adopción del telégrafo, de los teletipos, del telex, de todo lo que ha venido después, y lo que en su momento permitió lograr a las grandes compañías. Aunque es cierto que el mundo tecnológico actual se rige bajo la ley de rendimientos acelerados.
Lo que ha sucedido es que en los últimos años se ha democratizado el uso de la tecnología. El coste ya no es una barrera de entrada. En este sentido, en las organizaciones podríamos hablar de convergencia tecnológica aunque, si observamos tendencias, encontramos grandes divergencias competitivas, porque entran en juego otros muchos factores. La tecnología no es un fin, es un medio. Una herramienta más, entre las últimas que hay.
Las compañías que luchan por alcanzar y mantenerse en posiciones de liderazgo trabajan sobre tres claves: la experiencia de usuario (el cliente), la digitalización (los procesos) y la sostenibilidad y economía circular (la sociedad).
Y respecto a estos tres pilares, hay que ser excelentes en procesos operacionales (todo lo relativo a sensorización, ya sea en planta o wareable, sistemas ciberfísicos, gemelo digital, control en tiempo real, fabricación aditiva…, está relacionado con éstos), y en procesos de innovación (todo lo relativo a software de tratamiento y análisis de información, plataformas semánticas, big data, análisis predictivo, inteligencia competitiva…, está relacionado con éstos).
Las mejores compañías han sido aquellas que han conseguido un mejor equilibrio entre los tres elementos y mantenerlos en constante evolución.
La digitalización supone la oportunidad de ser más eficientes gracias a los beneficios que la tecnología nos proporciona. La industria 4.0 consiste en la digitalización de los procesos productivos en las fábricas mediante sensores y sistemas de información para hacerlos más eficientes.
La transformación digital va más allá y supera los conceptos anteriores. Muchas empresas están todavía en fase de digitalizar procesos, es decir, llevar la tecnología a su forma actual de operar. Y tendrían que estar trabajando en aprovechar todas las oportunidades y capacidades digitales que la tecnología brinda, para mejorarlos, evolucionarlos y, por qué no, incluso transformar su modelo de negocio o desarrollar nuevos modelos disruptivos.
Como comentaba el otro día con un compañero del sector, creo los CIO deben salir de su marco de responsabilidad habitual, identificando y entregando servicios TIC (muchas veces centrados en controlar a proveedores subcontratados) y, bien desde esas siglas, o acercándose a otras como CDO o CTO, aportar visión al negocio, ayudar a la mejora del producto, analizar nuevas tecnologías más allá de los fabricantes más conocidos, e incorporarse a los procesos de innovación con visión estratégica que permitan crecimientos exponenciales. Sin duda corren tiempos de transformación. Para todos.