Dirk eterno
No lo había dicho, quizá no hacía falta pero era homenajeado en cada pabellón, por cada afición NBA que le tributaba su aplauso y le brindaba su cariño, fue invitado junto a Dywane Wade a su último All Star. No, no había dicho que lo dejaba, pero estaba claro. Fin de trayecto para Nowitzki, Dirk eterno, hombre de un solo club, el 41 de los Dallas Mavericks, 21 temporadas consecutivas en la franquicia texana.
Los Mavs hicieron la campaña de despedida con esas tres cifras (1/21/41) con un 1 en común, qué guiño del destino para el mejor jugador europeo de la historia de la NBA ; porque no basta con decir «retirada de fulano», «despedimos a zutano», en el lenguaje eficaz del marketing deportivo de la NBA los números dicen mucho, unos números significativos que delimitan el momento de despedir la carrera de una leyenda, para lo que uno siempre teme quedarse corto. No en la NBA. Basta emocionarse con el descomunal video mapping de apertura y la reunión de leyendas para arropar a Dirk, entre ellos Bird o Pippen.
No deja de ser coincidencia que el primer día que hemos visto la imagen real de un agujero negro, la profundidad de la eternidad, el cielo del American Airlines center de Dallas se llenara de azules como estrellas. En un universo mágico, Dirk Nowitzki fue glorificado para siempre. Tampoco puede ser coincidencia que al Sureste del país ocurriera lo mismo con otro grande, Wade, el mismo con el que compartió honores de leyenda en el anterior All Star, el mismo con el que se batió en una final de la NBA hace ahora ocho años.
Qué noche en la NBA, cuánta emoción, casi no hay noches vacías, ni semanas intrascendentes en la NBA, cuando aún no nos hemos repuesto del emocionante homenaje a Manu Ginóbili, llegaban los honores a Nowitzki y Wade. Y ambos se despidieron curiosamente dejando el pabellón muy alto, anotando ambos 30 puntos en sus respectivos partidos. Nowitzki agradeció a los Suns que hubieran accedido a que él anotara 30 puntos en su despedida, dijo con su sonrisa. Claro que en frente otro se decidió a hacer historia, Jamal Crawford anotaba 51 puntos y se convertía con 39 años en el más veterano en llegar a esa puntuación, superando un registro de Jordan.
Pero en lo que estábamos, pocas veces se ha visto una sucesión tan clara como en el caso que nos ocupa, Dallas Mavericks, un equipo que en los últimos años ha estado en la intrascendencia viviendo los últimos años de su faro alemán, a la espera del sucesor. En la mayoría de ocasiones, equipos que han tenido a un gran estrella pasan un tiempo huérfanos, sin encontrar a aquel que les guíe, nunca es fácil sustituir a un gran jugador, pocas veces tienes al sucesor en casa ya cuando el líder lo deja. Que se lo digan a los Angeles Lakers, la despedida de Kobe Bryant dejó un profundo vacío, nadie en el horizonte, algunos buenos jugadores sí pero qué más. Tuvieron que fichar a Lebron James.
En Dallas eso no ocurre, y curiosamente han encontrado el talento fuera. Nowitzki ha sido su faro en los últimos 21 años, su jugador franquicia, y el nuevo jugador franquicia también ha llegado del viejo continente, han buscado talento diferencial en España, con un esloveno llamado Luka Doncic. Y no deja de ser una señal histórica que el mismo día que despiden a Dirk, el joven Luka anota su octavo triple-doble de la temporada, ningún debutante menor de 21 años lo había conseguido. La crítica se divertía el otro día con un dato que dice mucho, nueve de los 10 protagonistas de la final de la liga universitaria eran mayores que Doncic.
Y es que Doncic es un talento precoz, un jugador precoz como lo fue Ricky Rubio que lo ha hecho todo muy pronto, con la diferencia de la capacidad anotadora y todo lo que le permite hacer su cuerpo de dos metros al esloveno. Doncic es talento, picardía, capacidad anotadora, mucha, madurez en la toma de decisiones, capacidad de aprendizaje. Doncic es el sucesor del hasta ahora mejor jugador europeo de la historia de la NBA, Nowitzki.
Quizá el alemán piense que Doncic le va a superar, pero por lo pronto 21 años de carrera NBA le han convertido en el sexto mejor anotador de todos los tiempos, ha participado en 15 playoffs, 14 veces All Star, y tiene un solo anillo porque siempre estuvo en un equipo que no era el mejor, pero que supo ser el mejor al menos para conseguir su anillo ante Miami Heat en 2011. Es una generación que va acabando. Se van marchando jugadores de enorme talento que ha protagonizado la NBA en los últimos años como Nowitzki y Wade, éste por cierto aún con 37 años, lo que le daría para un par de temporadas más.
Nowitzki deja una marca de jugador talentoso de perímetro en un cuerpo de grandote. Su media vuelta y su rodilla elevada son una imagen icónica ya, la marca de un gran anotador, jugador inteligente que podía postear pero que no había nacido para eso sino para ametrallar el aro. Un grandísimo tirador.
En la noche de la despedida, Mark Cuban, el dueño de los Mavs, le ha prometido trabajo de por vida, lo que quiera en los Mavericks, retirará obviamente su camiseta dorsal 41, le pondrá una estatua en el pabellón. Las palabras salían con dificultad en la noche, especialmente para Cuban, que miraba a Nowitzki como a un hijo, como Carlisle, su eterno entrenador que también le quiere como a un hijo.
Bajo su piel dura, el alemán se mostró agradecido a su afición, a la franquicia. Contuvo la respiración y mantuvo el tipo ante los gritos de MVP,MVP de la gente en un ambiente mágico. Es difícil que un extranjero tenga tantos honores en cualquier país que no sea el suyo, pero Dirk no es extranjero, es de los suyos, es su Dirk eterno.