Una máquina llamada Golden State Warriors - Con Basket si hay paraíso

Una máquina llamada Golden State Warriors

El baloncesto es un deporte que juegan cinco contra cinco y en el que casi siempre ganan los Warriors. Pueden hivernar durante la temporada regular, incluso en ocasiones pueden parecer un equipo que se asoma al fin de ciclo, cansado, harto de sí mismo. Pero despierta cuando llega el momento de dar batalla, de ganar. Diríamos quizá que se administran, pero siempre vuelven a su punto de ebullición para ganar.

Es muy difícil para cualquier equipo no cansarse de ganar, no cansarse de verse los mismos, de las mismas rutinas, porque necesitas un apetito competitivo máximo de sus jugadores, necesitas química entre ellos, un entrenador que sepa jugar con mano izquierda y mano derecha para conducir el grupo, líderes que aparezcan en el momento necesario y especialmente necesitas talento y frescura física.

Todo eso son los Warriors, todo eso están siendo los campeones de la NBA en estos playoffs, todo eso sin su jugador más determinante, Kevin Durant. Acaban de clasificarse para la quinta final consecutiva de la NBA, algo inaudito en la liga actual y que no ha ocurrido en los últimos 50 años. Desde los Celtics de Bill Russell de 1956 ningún equipo establecía una dinastía de tal magnitud. Si extrapolamos eso a un jugador, el registro de Lebron James resulta aún más monstuoso, porque James llevaba ocho finales consecutivas. Para Golden State Warriors se hará extraño jugar una final y no tener en frente a Lebron, ha sido el duelo eterno durante estos años, el Dragón de cinco cabezas y en frente un San Jorge apoyado eso sí unas veces por mejores jugadores que otras. Pero siempre Lebron.

Los Warriors han arrasado en el marcador a Portland Trail Blazers, el guarismo es de una crudeza que lastima al contrincante, porque un 4-0 es una paliza en el marcador, pero no en el parqué. Los Blazers han competido de lo lindo, incluso en este cuarto partido en Oregón hasta la prórroga. Incluso con un tiro esquinado de Lillard que por un momento pareció el de Kawhi para cerrar en el séptimo partido su eliminatoria ante los Sixers, pero no entró. El tiro de Lillard no entró porque no ha sido la eliminatoria de Lillard, ni tampoco de McCollum, sin ser un desastre, no han sido los jugadores determinantes de la semifinal ante Denver, pero la diferencia está en el rival no tanto en ellos. Los Warriors han neutralizado el poder de fuego de los Blazers, y fuera de sus dos pequeños Portland tiene puntos limitados. De hecho apareció un héroe inesperado en el cuarto partido, con 30 puntos de Leonard.

El campeón ha superado a su rival en esta serie fundamentalmente desde la defensa, toda una exhibición defensiva, una máquina de precisión en las ayudas sobre los hombres fuertes de Portland, una auténtica pesadilla para Lillard y McCollum que han tenido que sudar cada canasta. Ponga un Iguodala por aquí para anular a la estrella rival, Lillard por ejemplo, ponga un multiusos por allá, que llega todo con la fiereza competitiva de un gladiador de la pintura, Draymond Green, ponga a otro gran defensor como Thompson, pero sobre todo, un equipo dinámico y hábil de movimientos defensivos para estar siempre bien orientados sobre sus rivales, atentos, con grandes movimientos laterales, con buenas manos, los Warriors han sido puro espectáculo defensivo, a lo que cabe añadirle el impresionante momento de forma de Stephen Curry. Esa estrella que parecía apagada, que decían que no era un jugador determinante para los partidos importantes, ha pulverizado a sus rivales. Con su aparente economía de esfuerzos, lanzando sin esfuerzo tras innumerables carreras y fintas, desde cualquier distancia. Curry no ha bajado de los 30 puntos en esta serie y promedia 27.3 en los playoffs, y sumaba un triple-doble junto a Green (éste último dos triples-dobles seguidos), algo nunca visto en un partido de playoffs, dos compañeros sumando triples-dobles. Stephen ha vuelto a ser el estilete de su equipo en ausencia del killer Kevin Durant, su jugador más determinante. Con Durant es una máquina mucho más dominadora, pero sin Durant ya habían ganado el anillo, y es algo así lo que parecen estar demostrando desde que se lesionara Durant en la semifinal ante Houston. Y Green es un jugador difícil de clasificar, hace de todo, y puede hacerlo todo bien, está atento a todas las ayudas, llega a casi todo, pasa bien el balón, juega de interior pero combate por su fuerza no por su altura, de tal forma que se bate con quien sea. Intimidaor, pasador, reboteador, anotador, y un montón de intangibles que suma. Su principal rival es sí mismo. Es capaz de volverse loco él solo.

Los Warriors esperan rival, parecería Milwaukee que ha sido el mejor equipo hasta ahora, pero nadie podría descartar a Toronto Raptors con un ganador Marc Gasol quien despues de su día más horrible se echó junto a Kawhi Leonard el equipo a la espalda. Ahora podrán descansar hasta el 30 de Mayo que comienza la final, mientras recuperan a Kevin Durant. Son tres anillos en cuatro años, sólo interrumpidos por los Cavs de Lebron, y están en disposición de buscar su cuarto anillo de este ciclo.

Un equipo campeón del que siempre se presagia su disolución porque es una suma de egos, porque el día menos pensado a Green se le activa un cortocirtuito y es capaz de armar la marimorena, porque Durant puede salirse de su contrato a pesar de los 31 millones opcionales que tiene para el año próximo, porque siempre está en quinielas nunca se sabe si fundadas o no para ir a otro lugar, y en definitiva porque los ciclos se acaban en el deporte. Lo que falta por saber es cuándo se agotará el ciclo de los Warriors, un equipo que ha amenazado la imprevisibilidad de la NBA una liga preparada para la sorpresa anual. Ningún otro equipo ha encadenado un ciclo como éste de los de Oakland, porque en la NBA es muy difícil repetir campeonatos, y sin embargo lo han conseguido.  Sólo cambiará algo este año, el rival del Este, un nuevo candidato desafiará el poder de una máquina de baloncesto a orillas de la bahía de San Francisco.

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