El sueño de Calderón
Sin atender el run run que se escuchaba hacía tiempo sobre su retirada, lógico por una sencilla cuestión de edad y probabilidades, José Manuel Calderón a los 38 años y sin contrato NBA esta temporada, parecía más cerca que nunca de la retirada. Pero justo era esperar el momento del anuncio, a las leyendas es mejor no retirarlas porque se retiran ellas.
Es como tener prisa por dar la noticia del fallecimiento de un personaje relevante, para estas cosas nunca hay que tener prisa por más próxima o inminente que parezca, pues el respeto a la estricta realidad es el deber de la información en primer lugar, y en segundo lugar porque las leyendas se han ganado el respeto de ser quienes lo hagan. Parece que ahora sí, Calderón cuelga las zapatillas, está en la órbita de la Asociación de jugadores de la NBA y será asesor de la directora ejecutiva, Michel Roberts, lo que le permitirá seguir vinculado en otro rol a la NBA y en la parte que mejor conoce, la de los intereses y defensa de los jugadores profesionales.
Se retira Calderón, un ilustre miembro del Siglo de Oro del baloncesto español que tan buenas letras ha dejado en las pistas de baloncesto, una prosa sobria, ágil, poco efectista pero efectiva, con gran sentido del ritmo, menos barroca de lo que pareciera, y de una profunda puntería. Calderón, de tierra de conquistadores en tiempos mucho más duros y mortales para hacer las Américas, natural de Villanueva de la Serena, patria chica de Pedro de Valdivia, explorador, conquistador de las tierras hoy conocidas como Chile y fundador de la que hoy es la capital,Santiago (no importa que derriben su estatua, la historia no se puede cambiar). Como Valdivia, José Manuel Calderón hizo las Américas pero para conquistar el corazón de los aficionados de Toronto y calentar los ánimos alrededor de un juego llamado baloncesto.
Hay veces en las que coincide el arte del juego, la creatividad en la pista, con el arte y creatividad en la narración, y cuando ambas se dan la mano surge la magia, momentos que se recuerdan de por vida. En el deporte, el espectáculo lo ponen los artistas, los jugadores, ellos son el alma del juego pero en algunas ocasiones, cuando la narración es tan creativa que capta el espíritu del protagonista, hay magia. Es como si la voz elevara un poco más el nivel del juego, lo que ese jugador ofrece sobre la pista a veces no requiere un grito mayor, ni más palabras, a veces es sólo una onomatopeya, a veces es un sobrenombre. De este arte narrativo dejó muestra de una época Andrés Montes, del que ahora se ha recordado el décimo aniversario de su fallecimiento.
Decir José Manuel Calderón es decir Mister catering, y esto es algo que consiguen grandes narradores. Hablar de Cristiano Ronaldo es hablar del bicho, todo el mundo lo tiene claro, en esta casa Manolo Lama da ejemplos continuos con la contundencia de su narración y la fuerza de sus palabras, Cristiano siempre será el bicho por obra de Manuel. Otro artista que captó la misma contundencia del goleador portugués para percutir las redes de las porterías. La delgada línea de la narración pedante o cargante de la precisa y espectacular para hacer del juego un espectáculo también sonoro, está al alcance de pocos. Andrés Montes fue uno de ellos, sirva este rincón dedicado a Calderón para recordarle.
José Manuel Calderón decíamos fue sobriedad, estilo, y generosidad, infinita generosidad. Ocho años en Toronto Raptors siendo un jugador volcado en el colectivo, de ahí el mister Catering porque daba de comer y lo servía en bandeja de plata, siempre buscando el jugador mejor colocado, pero también jugador con un grandísimo acierto en el tiro. Calde tuvo la mejor serie de tiros libres anotados de forma consecutiva, y tuvo el porcentaje de acierto en los triples.
Era por lo tanto lo que hoy tanto se quiere en la NBA, un base no tan solo armador sino también anotador, una gran amenaza exterior. Su porcentaje de asistencias en Toronto Raptors fue espectacular, ocho años en la franquicia canadiense, una lástima no haber coincidido en el tiempo con los jugadores precisos para el equipo campeón que ha sido este año. Pero Calderón es un jugador querido en la ciudad canadiense, como atestiguan sus retornos al Air Canada Center hoy Scotiabank Arena. De Toronto a otros seis equipos NBA, Detroit donde mantendría su buen promedio de asistencias y después toda una rotación por diferentes equipos como moneda de cambio, Dallas, Nueva York, Lakers, Atlanta, Cleveland y otra vez Detroit.
Hubiera merecido ese anillo, lo rozó por dos veces, la primera es un sueño fugaz, cuando estuvo a punto de formar parte de los Warriors, y lo hizo tan solo por unas horas por la lesión de Durant que hizo que su camiseta ya preparada en la bahía fuera una reliquia sin uso. Y en segundo lugar cuando acaba en el proyecto de Cleveland Cavaliers junto a Lebron James ese mismo año 2017. Calderón perdió protagonismo en el playoff, los Warriors barrieron con un 4-0 en las finales de 2018. Al menos saboreó una final de la NBA, se le veía excitado, ilusionado, feliz, en su salsa. Porque Calderón si algo ha querido siempre es servir a un equipo, fuera en la pista o en estos últimos años de menos protagonismo en la pista como apoyo desde el banquillo.
Hay que haber nacido con vocación de servicio para ser capaz de asumir ese papel en un equipo, y tener muy clara esa cultura del todo por encima del yo, todo un magisterio para las nuevas generaciones. José Manuel Calderón ha dignificado el baloncesto en cada una de sus participaciones, en cada una de sus presencias en la NBA o con España, miembro de la generación de oro de nuestro baloncesto, campeón del mundo, plata y bronce olímpicas (tres medallas olímpicas).
Calde es uno de los mejores jugadores españoles de todos los tiempos, está en un pedestal selecto en el que encontramos a jugadores como Pau Gasol, Marc Gasol, Juan Carlos Navarro, Fernando Martín, Corbalán, Ricky Rubio, Rudy Fernández, Sergio Rodríguez, Sergi Llull, Epi... El orden en el que los pongamos ya puede ser cuestión de gustos, palmarés o estadísticas. Habrá quien incluso considere a jugadores como Corbalán y Epi por delante sin tener en cuenta que lo que hizo Calderón fue mucho más allá, que lo que hizo Calderón fue demostrar su calidad no tan solo en España sino en la mejor liga del mundo, y que con la selección española ha sido protagonista de la mejor etapa del baloncesto español.
Calderón es un profundo conocedor del juego, un sacrificado defensor y un generoso repartidor de comida a domicilio en la pista, el catering que sirvió Calde fue siempre de primera calidad, lo pudo disfrutar el paladar de millones de españoles que le siguieron durante 20 años de carrera, 14 de ellos en la NBA, y millones de personas en Toronto, Canadá, EEUU y todo el mundo siguiendo la mejor liga del mundo.
Ha sido un verdadero placer para nosotros, pero sobre todo ha sido el sueño de un chico de Villanueva de la Serena, quien vivió con frenesí el sueño de una vida de baloncesto, y qué es la vida querido Calderón sino un sueño.