Harden, el anotador incomprendido - Con Basket si hay paraíso

Harden, el anotador incomprendido

Nunca tanta producción obtuvo tan poco reconocimiento, ni tantos puntos tan poco prestigio. No deja de ser curioso y también muy injusto para quien nos ha acostumbrado a una media de anotación tan escandalosa. No se hizo el deporte de equipo para ser jugado por uno, pero es llamativo cómo grandes genios de la canasta son ensalzados mientras otros permanecen bajo la mirada crítica. Tiene que ver con el paladar de quienes consumimos baloncesto.

James Harden es seguramente la estrella que más controversia y debate genera, porque siendo un anotador compulsivo, un jugador que produce un día sí y otro también, que hace que un equipo como Houston Rockets sea candidato a todo, no goza de los mejores índices de aceptación. Harden es un fuera de serie, uno de los grandes anotadores de la NBA del siglo XXI y como tal será considerado en la historia de la NBA y del baloncesto. Es un jugador increíble, con una capacidad para fabricarse sus propias canastas o para generar puntos para su equipo. Hagas lo que hagas no le pararás, nadie parece capaz de parar a esta barba, como mucho acabarás enrededado en su poblada barba o le llevarás a la línea de personal pero pararle es otra cosa. Su dominio del espacio, de su propio cuerpo, su capacidad para explotar una y otra vez el paso atrás o el paso lateral apoyado en el paso 0, junto a sus cualidades físicas para desplazarse ágilmente en aparente calma y su increíble puntería, hacen de él un jugador casi indefendible. El que intenta hasta el final neutralizar el tiro acaba cometiendo falta y Harden viaja una vez tras otra a la línea de personal.

James Harden exaspera a sus rivales, quienes aun teniendo una gran defensa se las ven y se las desean para neutralizarle. Si se tratara de cinco contra uno seguramente vencerían los equipos rivales, pero esas ayudas no hacen otra cosa que facilitar que la barba doble el balón o encuentre  a un hombre liberado, y conocido es el gusto por el triple de los cohetes de precisión, los Rockets. Su cambio de ritmo le permite acelerar y anotar mucho también desde la pintura en penetración, o forzar personales.

Harden asume el balón, máxime cuando faltan otros anotadores como el recién llegado Westbrook o el ahora lesionado Gordon, pero si ellos están igualmente todo empieza por él. En el reciente encuentro ante Minnesota, Harden llegó a lanzar 41 veces a canasta. Se tiende a pensar que Harden anota mucho por todo lo que tira, y claro, tira mucho, pero es que también acierta mucho. Sus porcentajes de tres esta temporada están en un 36%. Harden ha anotado en los últimos tres partidos 49, 44 y 47 puntos. Su media en los 13 primeros partidos de liga, 39.5, sólo inferior a una leyenda, Wilt Chamberlain, en los años 60; con ese arranque Harden ha superado a Jordan.

Si es un jugador así, si su dominio de la técnica individual es tan grande, si además también tiene capacidad para asistir, si no ves su crossover, si su capacidad para fabricarse sus canastas es tan alta, si es el máximo anotador de la liga, si hace que su equipo esté arriba, ¿por qué no es el jugador aceptado y carismático que se supone debería ser? ¿será acaso que no gusta su barba? Aparentemente no tiene el reconocimiento mundial en parte porque aún no ha ganado nada en la NBA, ha sido el MVP sí , anota más que Jordan pero no ha ganado como Jordan por supuesto, ni como Lebron ni Curry o Durant. Podría parecer que lo que está en discusión es si la demostración individual de un día sí y otro también ante el aro de este jugador sirve para ganar algo. En ese sentido quizá debiéramos mirarlo al revés, es decir, si los Houston Rockets serían capaces de aspirar a algo si no tuvieran a Harden.  En realidad, Houston Rockets habría sido ya finalista de la NBA y quién sabe si tendría algún anillo con Harden de no haberse topado en el Oeste con el mejor equipo del último lustro, los Golden State Warriors, un equipo que ha hecho historia.

Pero convengamos que no se trata sólo de un debate materialista, es decir, si haces lo mejor para ganar, como también de algo espiritual. Al fin y al cabo un deporte de equipo como el baloncesto propicia grandes despliegues individuales, es cierto, pero sobre todo es aplaudido a partir del servicio a la causa, a partir de que la relación mediante el balón entre unos jugadores nos produzca emociones. En Harden causa y consecuencia parecen lo mismo porque todo parece empezar y acabar en él, entonces el guión se repite una y otra vez. Nadie quiere ver a un equipo para aplaudir a un solo jugador salvo que ese jugador produzca tanto para el equipo que emocione.

La estética es una cuestión personal y es muy difícil convencer a alguien de que está equivocado acerca de lo que no le gusta y de lo que sí. Harden puede gustar menos que otros, llenar menos los ojos, los números hablan por él. También es cierto que la gente no paga por ver números. Gustos al margen, su productividad está fuera de toda duda: es un hiperactivo, está en todo, anotación, asistencias, rebotes, también pérdidas (casi cuatro veces más que robos), tapones, en todo. Es una barba hiperactiva.

Sin embargo, las cosas parecen suceder siempre igual, y nadie quiere ver la misma película una y otra vez, y quizá ésta es la cuestión, no tanto como si tira mucho o su manera de forzar personales una y otra vez. Cuando la acción se convierte en repetición entonces llega la rutina y el aburrimiento. Cuando sabes cómo va a empezar y cómo va a acabar la película pierde la gracia. Si Harden no es capaz de involucrar más a sus compañeros y el juego de los Rockets no ofrece alternativas llega el aburrimiento, lo que no resta ningún mérito a la capacidad de esta estrella, un jugador que hace de manera rutinaria lo inaudito, actuaciones por encima de los 35 puntos un día tras otro.

Entonces resulta que ya estamos hablando de otra cosa, no es que James Harden no sea un fuera de serie, uno de los mejores jugadores del mundo, un jugador récord, sino que lo que vemos nos suena a algo ya visto. Harden es más una estrella incomprendida que otra cosa porque además de todo lo que produce le pedimos que nos divierta de otra manera. La cuestión más bien es la falta de sorpresa: sabes lo que va a hacer, y él va y lo hace. Una y otra vez. Cuando el juego se convierte en rutina con victorias convencerá  a su público, pero no tanto al resto. Será más difícil mantener esa repetición y a la vez involucrar a la otra estrella llegada este año, Westbrook. En cómo se acaba consiguiendo esto o no, está una de las grandes incógnitas de esta temporada.

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