La Generación Perdida
Mónica Montero
Ganadora de la XIV edición
www.excelencialiteraria.com
Nos llaman la Generación Perdida. Dicen que somos perezosos, que malgastamos nuestro tiempo y que nuestro único pensamiento es la diversión. Para los adultos, los jóvenes suponemos un dolor de cabeza. Creen que el «no puedo» es lo que nos define. Se temen que el futuro no esté claro en nuestras manos.
El problema de los adolescentes, de mi generación, no es el exceso de diversión o la falta de compromiso, sino la desconfianza que depositan en nosotros. Somos jóvenes sin experiencia a los que desconcierta que actualmente sea más importante tener estudios que luchar por nuestros sueños. Esta falta de ideales nos hace perder la ilusión, nos vuelve conformistas, haciendo que caigamos en una monotonía que, pese a su falta de atractivo, no somos capaces de abandonar.
Sin embargo, el cambio está sucediendo: Malala Yousafzai, ganadora del Nobel de la Paz con tan solo diecisiete años —la persona más joven que recibe este premio—; Jack Andraka, creador de una técnica de detección de cáncer de pulmón, páncreas y ovario, a los quince años; Rio Anderson, de diecisierte, bailarina del Royal Ballet, que rechazó una plaza en Harvard para cumplir su sueño artístico.
Es cierto que nos divertimos, salimos de fiesta y nos asusta el compromiso, porque somos testigos de la desilusión de muchos trabajadores que se conformaron con lo fácil y beneficioso en vez de perseguir lo difícil e incierto. Somos la Generación Perdida, una generación alocada que lucha por lo que quiere y se arriesga. Una generación que se divierte de una manera sana, que disfruta con lo que hace. Nada ni nadie nos va a quitar este modo de vivir.