San Silvestre y Lacasitos
Francisco Javier Merino
Ganador de la X edición
www.excelencialiteraria.com
A mi madre no le gustan las uvas, así que antes de cada Nochevieja se compra una bolsa de Lacasitos. Cuando llega el momento de las campanadas, abre el paquete y se toma los doce dulces correspondientes. Aunque con el paso de los años lo ha convertido en tradición, siempre la he mirado con extrañeza mientras me comía, obediente, cada una mis uvas.
No me considero una persona supersticiosa, pero me gustan las tradiciones. La última Nochevieja volví a pelar las uvas a conciencia, para evitar atragantarme con las pepitas. Ya me había atragantado suficientemente con el año que estaba a punto de concluir, 2020, a causa de un virus desconocido que decidió paralizarlo todo.
Aunque soy optimista, en marzo me derrumbé. El confinamiento, la imposibilidad de ver a mis familiares y amigos, la cancelación de un intercambio que tenía previsto con una universidad de los Estados Unidos… Ante tantas realidades negativas, ver el vaso medio lleno era un acto más de ilusionismo que de realidad.
Hubo un momento, que no llego a fijar en el calendario, en el que decidí cambiar el enfoque. La imposibilidad de quedar en un bar con mi pandilla se convirtió en una oportunidad para empezar a hacer deporte y mejorar mi alimentación. Por otro lado, el cierre de fronteras que había impuesto Estados Unidos me impulsó a buscar mis primeras prácticas. Por último, con los planes veraniegos cancelados decidí emprender el Camino de Santiago.
Puede resultar frívolo decir que la situación vivida en marzo y abril ha resultado positiva para mí, pues es innegable que están siendo meses muy duros para todo el mundo. Sin embargo, en mi caso también ha sido el año de mayor crecimiento personal. He obtenido mis primeras prácticas laborales, he adquirido hábitos saludables y he encontrado en el running una afición. De algún modo he aprendido a desprenderme de mis costumbres y a reinventarme.
Empecé este artículo con los Lacasitos y las uvas… Ahora sé cuál es el verdadero secreto de la suerte que deseamos en el primer instante del nuevo año: tomarnos las doce uvas no nos garantiza doce meses de bonanza, pero puede brindarnos una actitud constante de optimismo para adaptarnos a los que nos depare el destino. Por eso el 31 de diciembre inicié una tradición: correr la San Silvestre. Después acompañé a mi madre a comprar la bolsa de pastillas de chocolate, que son más dulces y no se le atragantan, como deseamos que ocurra con 2021.
(Francisco Javier Merino)