Reducido a tinta
Inés Arasa
Ganadora de la XV edición
Un papel en blanco, a primera vista, es un objeto sencillo, insignificante incluso, aunque resulte útil para los estudiantes y entretenido para los niños.
La gente, en general, no ve más allá respecto al papel. Solo unas pocas personas tienen la capacidad de desvelar lo que se esconde en esa la finísima superficie alba. Solo ellas saben que un papel en blanco es un mundo, la puerta a otra galaxia, el principio de una historia, el final de muchas horas de trabajo, la oportunidad de inventar tierras, de crear reyes, de dar forma y nombre a princesas y dragones, de donar un sinfín de vidas. Un humilde papel es la puerta de acceso a lugares inverosímiles en los que suceden tramas inimaginables. En él puede volcarse el poder de decidir, de idear situaciones y desarrollar finales.
En una hoja de papel en blanco se demuestra el talento con pocas palabras, la emoción con párrafos y diálogos, sentimientos impresos a tinta, magia trazada como una realidad sobre el tacto suave con aroma a alegría, tristeza o esperanza. Una hoja, una humilde hoja es razón suficiente para que nunca soltemos la mano al poder creador de los niños, al caudal de nuestras aspiraciones.
En una sola pieza rectangular e inmaculada cabe el nombre de todas las sensaciones. En su espacio virgen se componen sucesos nunca antes escritos.
Un papel en blanco es, en definitiva, un universo tan fascinante como extraño.
(Inés Arasa)