Desconectado
Juan Pedro Gálvez López
Ganador de la XVI edición
www.excelencialiteraria.com
Me hace mucha gracia cuando oigo que no pasará mucho tiempo hasta que acabemos dominados por la inteligencia artificial, o que un día los robots se alzarán contra los humanos y nos destruirán o alguna que otra historia de novela de ciencia ficción barata. Es irónico porque ya estamos dominados por la tecnología, y de la forma más peligrosa posible: sin que nos demos cuenta.
He tomado conciencia de la absurda cantidad de tiempo que paso pegado a la pantalla del teléfono móvil. Horas y horas enganchado a Instagram, Youtube y muchas otras posibilidades que nos ofrece Internet, consumiendo contenido que a la media hora he olvidado. Hasta ahora consultaba el móvil compulsivamente cada pocos minutos, aunque estuviera hablando con otra persona, no fuera a ser que me hubiera llegado algún mensaje. De remate, escuchaba música sin límites, sin disfrutarla. De media, unas seis horas al día con los ojos pegados al rectángulo luminoso, sin contar las dedicadas al ordenador y a la tablet.
Decidí, guiado por unos libros de minimalismo digital, limpiar el teléfono de todas las aplicaciones no esenciales, en un intento de salir de ese agujero. Desinstalé casi todas las apps, me puse un horario estricto con el control parental, y para mi sorpresa me di cuenta de que no sabía cómo ocupar el tiempo libre. Es decir, me aburría soberanamente porque mi entretenimiento estaba exclusivamente ligado a la tecnología a la que era adicto. Aun así, llevo dos meses de aventura; movido por ese aburrimiento (más que por cualquier otra cosa) he redescubierto todos mis hobbies y probando otros nuevos.
El resultado ha sido sorprendente: he dejado de depender una tecnología que me hacía más daño que bien, aprovecho el tiempo con actividades que me llenan y satisfacen, en vez de tirarlo por el agujero negro de las redes sociales, soy capaz, incluso, de no llevarme el móvil a todas partes. Reconozco que aún quedan cosas por quitarme, y que no he hallado una solución mágica a todos mis problemas, pero ahora disfruto de las cosas que hago y vivo el presente.
A quien tenga oportunidad le recomiendo que lo pruebe, aunque solo sea durante una semana. Siempre se puede volver atrás, aunque apuesto a que, una vez descubra lo cómodo que se vive sin el peso muerto de la tecnología inútil, no querrá volver atrás.