Coches
Claudia López de la Fuente
Ganadora de la XVIII edición
www.excelencialiteraria.com
Hoy el mundo va muy acelerado, y los jóvenes apenas tenemos tiempo de parar. De hecho, identificamos las grandes ciudades con ruido, atascos y coches. En realidad, puede ser que el único momento donde podamos descansar sea en el interior de un automóvil.
No soy una persona dada a las estadísticas, pero hoy me he levantado con el capricho de preguntarme cuánto tiempo paso en un vehículo. Nuestro día tiene pocas horas, y debemos aprovechar al máximo cada una de ellas. Por eso, es común ver a mucha gente que, al volante, habla por teléfono, conversa con el copiloto o escucha la radio.
A mí me costó darme cuenta de que los viajes en coche tienen otro propósito aparte de llevarnos de un sitio a otro. Guardo muy buenos recuerdos de las travesías de verano, cuando partíamos de Madrid con el maletero cargado hasta los topes y el deseo de llegar a nuestro destino. Pero, en el fondo, aquellos viajes solo eran una colección de horas por las autovías de España. Así que… ¿cómo es que guardo un buen recuerdo de una experiencia tan aburrida?
Quizá eso sea lo bonito de los viajes, que los disfrutamos desde que partimos. No es tiempo perdido, sino tiempo ampliado porque nos brinda la ocasión de hablar sin prisas con la familia o, a ratos, permanecer en silencio y reflexionar, lo que de habitual no es siempre posible por las prisas y el estrés. Al menos, así me ocurre, pues en el coche es donde mejor pienso, quizás porque, ante la rapidez de los días, aprovecho al máximo el movimiento de las ruedas.