Escribir sobre mí
Óscar Sakaguchi
Ganador de la XVIII edición
www.excelencialiteraria.com
Hace tiempo que no escribo por escribir. Es decir, que no escribo por afición ni por querer expresar mi sentir, ni para intentar encontrarme, como dicen los posmodernos. Escribo porque a esto me dedico. Punto.
Son ambivalentes estas afirmaciones, lo sé, pues en estos momentos estoy haciendo exactamente lo que digo que ya no hago, escribir sobre mí. Entonces, ¿por qué he decidido volver a esta espiral? ¿Por qué tecleo sobre la pantalla de mi ordenador estas líneas? Sencillamente, porque me doy cuenta de ello.
Cada semana publico dos artículos fijos. Son ocho al mes, más los que ocasionalmente entrego para otros medios. Debo agregar los guiones de mi programa de radio y los trabajos académicos, que, además de ensayos, incluyen notas periodísticas. Soy muy feliz elaborando cada una de estas piezas, a pesar de que sean escritos “por encargo”: me los pide mi jefe, mi profesor, mi productor, etc. A mis lectores les resultará fácil advertir que no tienen nada que ver con lo que escribía apenas hace dos años. En mi obra ya no hay cuentos, ni poemas, ni textos reflexivos acerca de lo que pasa por mi cabeza y corazón. Es esto último lo que, en definitiva, se ha ido.
Si no escribo sobre mí, se debe a que: 1) no le veo el sentido; 2) no quiero abrir mi intimidad a los lectores. De pronto, encuentro que lo pertinente es que analice temas relevantes para la sociedad: política, historia, cultura, economía…
Acabo de indicar que ya no escribo cuentos ni textos meramente narrativos, pues advierto en ellos una excesiva presencia de mi persona. Una narración literaria no es sino una interpretación de la realidad desde la perspectiva del autor. Y si bien mis columnas también poseen esa interpretación, su redacción no resulta tan íntima como cuando imprimía mis anhelos en un relato.
Hay una señal que resume todo lo dicho: mi estilo de redacción. En efecto, este raya en lo técnico, pues excluye metáforas y otros elementos que pudiesen darle un carácter literario. Pondero con mayor medida “qué” se cuenta frente al “cómo”.
Parte de ese cambio se debe a que la puerta hacia mi interioridad está obstruida desde hace tiempo. No voy a ponerme sentimental; sólo diré que no me siento seguro ni cómodo indagando en las palabras que desvelan esa faceta de mi persona.
Este texto no es una queja sino el manifiesto de un descubrimiento que me obliga a escribir una vez más desde mi interioridad. Pensándolo bien, estoy mejor con esa puerta atascada, porque escribir es mi oficio, no mi consuelo.