Sábado Santo. El aclamado cineasta chino, Zhang Yimou, recuerda en su película ‘Las flores de la guerra’ que la esperanza es el sostén del amor que mueve el mundo
¡Mis queridos palomiteros! Ya es Sábado Santo: ‘Las flores de la guerra’ o la esperanza que no se derrite. Se trata de la superproducción más cara de la historia del celuloide en China. Ayer ya informamos sobre el tono romántico del cine oriental.
Las flores de la guerra destapa una historia épica, con romance inesperado, desarrollada en ambiente hostil y que constituye un acto de sacrificio en el nombre de la esperanza.
El filme está dirigido por Zhang Yimou -candidato al Oscar en tres ocasiones-, uno de los más aplaudidos y talentosos realizadores chinos –de gran proyección e influencia internacional– que en materia estética y antropológica ya se había metido en el bolsillo a buena parte del público de todo el mundo con sus magníficos trabajos Amor bajo el espino blanco (2010), La casa de las dagas voladoras (2004), Hero (2002) o Ni uno menos (1999).
En 1937 la ciudad de Nanking es el principal frente de la guerra entre China y Japón. John Miller (Christian Bale), un maquillador de cadáveres -que a la fuerza se hace pasar por cura- llega a una iglesia católica para embalsamar a su párroco muerto.
Sábado Santo: ‘Las flores de la guerra’ o la esperanza que no se derrite
El joven norteamericano, una especie de buscavidas descreído, arribista y alcohólico, que trata de aprovecharse de las necesidades de la guerra, se ve convertido en el único adulto entre un grupo de alumnas que viven escondidas en una iglesia.
Poco después buscarán refugio en la misma iglesia una docena de prostitutas de un burdel cercano. Cuando John no tiene más remedio que proteger a los dos grupos ante los horrores del ejército invasor japonés, descubre el significado del sacrificio y el honor.
Zhang Yimou adapta espléndidamente, con estilo y personalidad propias, la novela bélica de la escritora china Yan Geling, Las 13 mujeres de Nanking, y traduce las páginas en imágenes perfectas -con la sensibilidad natural que él posee- hasta conseguir un resultado fílmico redondo, de alto calado moral, que apunta sorprendentemente a las claves cristianas.
La aventura, vibrante y apasionada, no se centra tanto en la batalla caótica en las calles como en esa otra “lucha interior” que determina cuándo hay que hacer lo correcto para intentar recuperar esa humanidad esencial que trasciende incluso los conflictos más duros.
Zhang Yimou adapta espléndidamente, con estilo y personalidad propias, la novela bélica de la escritora china Yan Geling, Las 13 mujeres de Nanking
La película posee una gran belleza formal, basada en una puesta en escena deslumbrante del más puro estilo hollywoodiense, goza de ritmo -y por eso no cansan sus 145 minutos-, despliega un potente guión -muy bien dialogado-, cuenta con una ambientación espectacular -escenografía, diseño de fotografía y vestuario-, y sus actores principales, Christian Bale, Ni Ni y Doudou Zhang despliegan un abanico de sentimientos poderosos, dejando bien alto el listón de sus interpretaciones.
En cuanto al aspecto técnico, sobresalen los efectos especiales, la delicadeza del sonido, la banda sonora -que fusiona a la perfección imagen y acción- y el manejo de la cámara permite a Yimou combinar perfectamente las tendencias del momento con las de siempre.
Queda, pues, una hermosa joya del cine de acción, que redefine el significado de la palabra “sentimiento” en el cine contemporáneo, de obligado visionado, para hacer después una relectura interna sobre el estado de nuestras convicciones.