La cineasta georgiana, Dea Kulumbegashvili, se alza con la Concha de Oro en San Sebastián, tras debutar en el cine con su magistral ‘Beginning’
¡Mis queridos palomiteros! ‘Beginning’: Concha de Oro para el genial debut de Dea Kulumbegashvili. Hoy, 4 de diciembre, llega a las salas de cine la magistral, deslumbrante y sugestiva Beginning, opera prima dirigida y co-escrita por la joven cineasta georgiana de 26 años, Dea Kulumbegashvili, que ha hecho historia en la pasada edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián.
Allí ha cosechado los muy merecidos premios a mejor película, mejor dirección, mejor guion y mejor actriz (Ia Sukhitashvili), algo que antes jamás se había producido. Surtsey Films, su distribuidora, es quien exhibe el primer y exitoso trabajo de esta prometedora cineasta.
En un pueblo tranquilo, un grupo extremista ataca a una comunidad de Testigos de Jehová. Lo hace a través de un incendio en su lugar de culto durante una celebración. En pleno conflicto, Yana (Ia Sukhitashvili), una joven misionera y esposa del líder de la comunidad, David (Rati Oneli), ve conmocionada cómo su mundo se viene abajo.
‘Beginning’: Concha de Oro para el genial debut de Dea Kulumbegashvili
Entonces David se las va a ingeniar para obtener las imágenes de ese ataque, pero su búsqueda de justicia desencadena algunos acontecimientos que provocarán que la familia se quede completamente aislada y a merced de la hostilidad de la policía local.
Vaya por delante que Beginning no es una película fácil de digerir a simple vista, pero en su contexto absoluto es una delicia para los sentidos. Partamos de la base de que antes de sentarse en la butaca para disfrutar de ella, una arriesgada pero eficaz propuesta de cine de autor -de camino al cine de culto-, el espectador ha de tener en cuenta dos asuntos.
Por un lado, la ruptura con todo lo que, en líneas generales, se ha visto sobre cine no comercial, salvo si nos ponemos en el lugar de aquellos que han moldeado y moldean la historia del séptimo arte, como el ruso Andréi Tarkovski o el estadounidense Terrence Malick.
Beginning se disfruta sola
Además, el espectador ha de ser paciente. Beginning está construida a partir de simbolismos y de metáforas que pueden poner al límite a quien está en la butaca. La directora sabe cómo provocar. Pero si uno se adentra en ese mundo de sobriedad y pesimismo, salpicado de escasísimos espacios para la esperanza, Beginning se disfruta sola.
Por su parte, la película afronta de modo particular las cuestiones relacionadas con la familia, la religión, la insatisfacción de un mundo herido y deteriorado al que no se le encuentran salidas, los abusos sexuales y, en consecuencia, los debates que se derivan sobre el sentido de la existencia o las motivaciones para ser feliz. El fracaso ha llegado para quedarse cuando tu mundo se rompe en pedazos…
La exhibición artística y estética son deslumbrantes
Todo ello pasa por el tamiz de una cuestionable moralidad, que es reflejo de la sociedad machista e hipócrita que Kulumbegashvili ha querido acentuar con gran realismo. Así las cosas, la exhibición artística y estética son deslumbrantes. De esta manera, los largos y gélidos planos casi sin mover la cámara y el uso acertado del fuera de campo son la esencia visual directa más comprensible, si bien detrás se halla un mundo en descomposición, casi derruido, imposible de rehacerse.
En este sentido, resulta muy loable el trabajo de su actriz principal, que domina a su personaje, al que retiene con gran solvencia. Y no existe nada más hermoso ni mejor trabajado que la transmisión de todas estas sensaciones y que el espectador las reciba con nitidez, porque eso significa que el mensaje ha llegado bien. Y que ha calado.
Estamos, pues, ante uno de los debuts más sonados y sugerentes de las últimas décadas, cuya brillantez y estilo, tanto en la forma como en el fondo, reconcilian al espectador con la cultura del arte, que ya teníamos algo olvidada. Impecable y audaz.