El cineasta indio, Tarsem Singh, se pasa de rosca con su violenta y gratuita ‘Inmortals’
¡Mis queridos palomiteros! Tarsem Singh se pasa de rosca con su violenta y gratuita ‘Inmortals’. Sorprendentemente, el renombrado cineasta indio fracasa con este violentísimo y desagradable peplum rodado en 3D, con buenos actores, pero sin historia y con unos sobreabundados efectos especiales que dejan al cine de Tarantino en pañales. Y eso que en su anterior trabajo, The fall, el sueño de Alexandria (2006), el realizador desplegó un derroche de preciosismo formal, que conquistó a espectadores y crítica.
Tarsem Singh se pasa de rosca con su violenta y gratuita ‘Inmortals’
Por su parte, Immortals cuenta la historia del brutal y sangriento rey Hiperión y su despiadado ejército, que avanzan por Grecia destruyéndolo todo a su paso con implacable eficiencia.
Los pueblos caen uno tras otro ante los hombres de Hiperión y cada victoria le acerca un poco más a su objetivo: desatar la furia de los titanes dormidos para vencer a los dioses del Olimpo y a medio mundo.
Nada parece capaz de detener el inexorable avance del malévolo rey en su conquista del mundo, hasta que un joven llamado Teseo jura vengar a su madre, que ha perecido en uno de los ataques de Hiperión. Teseo pide consejo al Oráculo de la Sibila, Fedra, que ante las perturbadoras visiones del futuro del joven, se convence de que solo él podrá detener la terrible destrucción.
Con su ayuda, Teseo reúne a un pequeño grupo de hombres y asume su destino en una batalla desesperada por el futuro de la humanidad.
De los productores de 300 (Zack Snyder, 2006) llegaba a las salas españolas hace 10 años la superficial, vacua, extravagante y acartonada Immortals, tercera película del entonces cincuentañero Tarsem Singh, tras su irregular The Cell (2000) y su elocuente The fall, el sueño de Alexandria, en la que definitivamente confirma su inexperiencia para el género histórico y convierte a Immortals en la peor de sus aventuras fílmicas.
Immortals falla al desvirtuar los hechos originales
De donde no hay no se puede sacar. Ni inventar. O si se inventa, al menos que sea con cierto rigor histórico, puesto que Tarsem Singh ha desfigurado por completo la historia de Teseo.
Por si esto no fuera suficiente, el realizador de The Cell se adentra en las hazañas del eterno e incombustible género peplum, que tan grandes películas ha dado a la historia del cine clásico como Quo Vadis (Mervyn Leroy, 1951), las tres versiones acreditadas de Ben-Hur, u otras como Troya (Wolfgang Petersen, 2004), 300 (Zack Snyder, Furia de titanes (Louis Leterrier, 2010) o Percy Jackson y el ladrón del rayo (Chris Columbus, 2010), por ejemplo, y no ha sabido por dónde salir.
Y lo que le ha ocurrido a Tarsem Singh es que se ha quedado a medias de todo, entre la lucha por la inmortalidad y el deseo de cambiar el futuro, probablemente para hacer creíble ese popurrí de filosofía pobre en torno a la idea del bien y del mal. De este modo, su película resulta desde todo punto de vista inconsistente, principalmente a causa de un guion flojo, soso y aburrido -al filme le sobra media hora- y de una exageración visual tan violenta y densa que ni los claroscuros a lo Caravaggio en su puesta en escena la salvan.
El filme resulta inconsistente a causa de un guion flojo, soso y aburrido, y abusa de una exageración visual violenta y densa
Podemos concluir, pues, que Immortals, a pesar de contar con un reparto de lujo encabezado por Mickey Rourke, John Hurt, Luke Evans o Freida Pinto -con algunas interpretaciones dignas-, y una dirección artística y un diseño de vestuario espectaculares -incluso con una banda sonora deudora de los clásicos épicos-, falla al desvirtuar los hechos originales.
Y de esa manera, termina por configurar un drama hueco, nada original y muy extraño. Además la trama resulta demasiado esquemática -la relación amorosa está metida con calzador-, y el conjunto queda resentido por su desmedida violencia que hace que el cine pulp tarantiniano se quede a los pies de los caballos.
Así las cosas, Tarsem Singh ha desatado su furia épica y no ha conseguido dominarla. Con estos mimbres, la historia del realizador se instala en el estilo de las películas de serie B, en concreto en esas donde se revientan, porque sí, cadáveres de mujeres y niños con todo lujo de detalles. Para eso el 3D estereoscópico es una delicia. Muy desaconsejable.