Lunes Santo: ‘Teresa de Calcuta’ o el cincel de Dios
¡Mis queridos palomiteros! Lunes Santo: ‘Teresa de Calcuta’ y el cincel de Dios según Fabrizio Costa. En las primeras horas de esta Semana Santa, Palomitas de Maíz ya se había hecho eco de imponentes trabajos de José María Zavala, Amanece en Calcuta y Wojtyla. La investigación. Dos producciones que juntas tienen una conexión sustancial respecto a la película de marras: el protagonista del segundo llevó a los altares al personaje principal del primero.
El caso es que hoy también quería informaros de otra muy interesante versión sobre la madre Teresa de Calcuta (Fabrizio Costa, 2003) -distribuida por Lauren- que tanto bien hizo al mundo. Como puede comprobarse, por el año de producción, la fundadora de las Misioneras de la Caridad ya había muerto (1997) pero Juan Pablo II estaba vivo a sus 82 años.
Lunes Santo: ‘Teresa de Calcuta’ y el cincel de Dios según Fabrizio Costa
Volviendo a la película, el filme homónimo narra la biografía de la admirable religiosa, desde que se replantea su vocación en 1946, deja la de Loreto y su trabajo en el colegio Santa María de Entally, se dedica a los más pobres de los pobres con la autorización del obispo de Calcuta, se forma en una enfermería en Patna y funda la Congregación religiosa de las Misioneras de la Caridad.
El dominio británico llega a su fin, pero la nueva nación está agitada. Confrontaciones y matanzas estallan con gran intensidad en la ciudad de Calcuta. Destruida por problemas sociales que abruman a las autoridades, en esta ciudad crece la desesperación de los débiles, los enfermos y los desheredados.
En medio de todo este sufrimiento hay una monja que está empeñada en poner en práctica su vocación: ayudar a los desfavorecidos de la sociedad. Pobres, leprosos, ancianos y niños abandonados son los elegidos por Teresa de Calcuta para entregarles su amor. Pero esta dedicación acarreará a Teresa muchos problemas y deberá desafiar a todo tipo de autoridades…
En esta brillante y jugosa síntesis de su miniserie televisiva de tres horas, el italiano Fabrizio Costa recrea con vigor la vida y la espiritualidad de la popular Beata Teresa de Calcuta, nacida en Albania en 1910, Premio Nobel de la Paz en 1979, fallecida en Calcuta en 1997, beatificada por Juan Pablo II en 2003 y canonizada por Francisco en 2016.
Desde el punto de vista doctrinal, nada puede achacarse a esta versión cinematográfica que, en contra de lo que se ha difundido —según se acercaba el estreno— no muestra a una Teresa de Calcuta enfrentada al Vaticano sino, en todo caso, a su superiora que, en un primer momento, no comprende la misión que Dios tiene pensada para su sierva.
La Madre Teresa de Calcuta es uno de los personajes más emblemáticos del siglo XX. Incluso podríamos decir que es una de las monjas más populares de los tiempos que corren, y si no recordemos también el filme del francés Alain Cavalier, Thérèse, sobre la santa francesa Teresa de Lisieux, del que ya informamos dese este espacio.
Y como tal, la figura de Teresa de Calcuta y su labor tienen ingredientes sobrados para recordar una película atractiva al hombre, cercana al espectador hasta las lágrimas, y de una discutida calidad cinematográfica. Por su lado, el laureado realizador televisivo Fabrizio Costa ya había demostrado sus dotes fílmicas en producciones religiosas y en miniseries biográficas. Títulos como María, hija de tu hijo (2000) o Miguel Strogoff, el correo del zar (1999) son solo una muestra.
Un tono sereno y sobrenatural
Teresa de Calcuta resulta una superproducción excelente, fruto de una combinación de elementos muy bien ensamblada. El tono sereno y sobrenatural con que la película describe la vida y la espiritualidad de la Madre Teresa es su seña de identidad.
Aunque el guion está bien planteado, dado que sus responsables, el difunto Francesco Scardamaglia y Massimo Cerofolini supieron ilustrar los momentos más representativos en la vida de la beata, el filme se resiente del esquematismo religioso de las producciones televisivas.
Aun así, el ritmo de la película es fluido y el director italiano ha aprovechado su pericia televisiva para recrear parajes naturales y embellecer el filme con un elevado trabajo de ambientación, que convierten a Teresa de Calcuta en una película conmovedora. A este puñado de virtudes debe añadirse el brindis musical que Guy Farley ha realizado, gracias al cual la cinta completa los sentimientos, emociones y vivencias de cada uno de los protagonistas.
El ritmo de la película es fluido y el director italiano ha aprovechado su pericia televisiva para recrear parajes naturales y embellecer el filme con un elevado trabajo de ambientación
Además, Fabrizo Costa dirige al reparto de la coproducción italiana, británica y española con pulso firme, del que destaca la porteña Olivia Hussey, de 59 años, que tuvo que someterse a un arduo proceso de caracterización y demostrar sus cualidades dramáticas para desarrollar sentimientos complejos, pues interpreta a la Madre Teresa. También desarrolla su versatilidad la española Ingrid Rubio, dotando a su personaje de una mezcla de frescura y ternura, al encarnar a la hermana Agnes.
Se echa de menos la presencia del Papa Juan Pablo II o la beatificación de la Madre Teresa. A este respecto, el director ha manifestado que cuando rodó el filme, en 2003, aún vivía el Papa, y consideró que no era correcto representar al pontífice de la Iglesia Católica en vida. Y que no incluyó la beatificación de la Madre Teresa porque la filmó antes de que aconteciera.
“Tengo sed”
Pero sobre todo, está muy conseguida la transmisión de los valores religiosos que motivan la vida de la Madre Teresa, sus vivencias interiores y sus luchas. Los momentos más llamativos son aquellos en los que la cámara recoge eficazmente y de manera muy bella la relación que la beata mantiene con Dios.
El pasaje más emotivo coincide con el descubrimiento de su vocación de misionera, ante un “tengo sed” de labios de un pobre, al que escucha como al mismo Cristo. Como toda persona, también en nuestra protagonista se refleja su “noche oscura del alma”. Unida a su firmeza en Dios, al que oye con toda la fuerza en el interior de su corazón, la reina de los pobres hace gala del don de locución interna que le caracterizaba.
Queda, en fin, una notable película que robustece panorama cinematográfico actual, reconduce el sistema de los modelos de cine religioso y pone en solfa el sentido último de la solidaridad ante un mundo —el nuestro— excesivamente consumista.