‘Elektra: Bizarra y doméstica opereta para cocina’: La genialidad del humor
¡Mis queridos palomiteros!
‘Elektra: Bizarra y doméstica opereta para cocina’: La genialidad del humor. Ayer, la sala Jardiel Poncela del emblemático Teatro Fernán Gómez de Madrid, acogió la puesta en escena de Elektra. Bizarra y doméstica opereta para cocina, uno de los espectáculos más arriesgados, más elaborados y con más aristas de cuantos se reinventan en los escenarios patrios, que está integrado en el ciclo Frívolo y Chico.
‘Elektra: Bizarra y doméstica opereta para cocina’: La genialidad del humor
La aventura parte en el cumpleaños de Elektra. Se sabe que no será un día feliz. Elektra cumple 37 años y aún no visualiza su independencia, toda una tragedia.
Nuestra anti-heroína, sumida en la precariedad, se ve obligada a convivir con su madre en un apartamento céntrico, donde vive el luto y se lamenta por la muerte de su padre Agamenòn, mientras espera la llegada de Orestes, para vengarse.
La función tiene la habilidad de expresar una explosión. O mejor dicho, de dotarle de otro color -desde lo literario a lo puramente visual- a la tragedia griega de Electra de Eurípides, en la que se inspira, que consigue restarle todo su dramatismo y crear una propuesta escénica viva, alegre, optimista y entusiasta, desde la comedia, sin que se pierda un ápice el contenido sobre el que se asienta, ni que se desnaturalice su esencia. De hecho, se sigue con interés. Entretenimiento de calidad, diría yo.
Por otro lado, las dos únicas actrices del frenético montaje, Lucía Trentini y Gloria Albalate, respectivamente encarnan a Elektra y a su madre, Clitemnestra. Además, el trabajo se estructura en 10 asaltos durante los cuales se va explicando minuciosamente –con poca corrección política y mucho humor– el choque cultural y familiar de estos singulares personajes y sus parientes más representativos, con especial atención a la relación materno-filial en un puro ejercicio interpretativo de gran intensidad y realismo, a menudo físico, permanentemente salpicado con grandes dosis de comedia.
A todas luces desternillante, gamberro y original, el texto de Elektra. Bizarra y doméstica opereta para cocina es asunto de Lucía Trentini. En él se inunda todo de todas las maneras posibles con originalidad, limpieza y elegancia -al estilo de las mejores puestas en escena de Pedro Almodóvar-, lo cual es una buena muestra de la alta calidad del libreto -de su hábil costura y su tratamiento- y del muy buen trabajo realizado por estas dos grandes actrices de raza, que bailan, cantan y tocan música en directo con grandes dones. ¡Da gusto certificar tanto talento derrochado!
La función tiene la habilidad de expresar una explosión con gran ingenio, consigue restarle todo su dramatismo al drama de Eurípides y crea una propuesta escénica viva, alegre, optimista y entusiasta, desde la comedia, sin que se pierda un ápice el contenido sobre el que se asienta
Y por si no fuera suficiente, los personajes exponen una problemática casi filosófica sobre la justicia, la sexualidad y los modos de proceder frente al poder, la disyuntiva entre resignación y ética, todo en una pieza llena de humor e ingenio ¡Qué bueno sería que el mencionado texto encuentre acomodo en alguna editorial para deleite de los amantes de las artes escénicas!
Mención aparte para el excelente trabajo con el espacio escénico, sonoro, el diseño de iluminación (Bibiana Cabral) y el vestuario, que se integran con tino en esta compacta filigrana.
No estaría de más que el formato de esta versión, que además dirige Lucía Trentini con gran personalidad y estilo, estuviera incluido en las campañas escolares. ¡Un trabajo global maravilloso! ¡Placer de dioses!