Avenida de La Habana: el epicentro blanquiazul
Avenida de la Habana. Comienza en la avenida Calvo Sotelo y termina en Gregorio Hernández. 32 números. 500 metros. 15011.
Un homenaje a Cuba
La avenida de La Habana nació como un homenaje a la comunidad cubana. Lo hizo en los años 20. Ciudades como Buenos Aires o Montevideo ya estaban reconocidas en la ciudad y faltaba un pilar fundamental de la presencia gallega en el exterior. Hasta entonces, la vía en la que ahora está Riazor se conocía como carretera de Peruleiro o avenida F. Eso fue hasta el 20 de julio de 1923. Ese día, cambió de nombre con una fiesta por todo lo alto. Una comitiva llegada de Cuba recorrió la ciudad desde la plaza de Mina al chalet conocido como Villa Inés.
Desde allí hablaría el alcalde, Francisco Ponte Blanco, que precisamente pasó su juventud en La Habana. Y en esa esquina descubrirían una placa costeada por los exresidentes en Cuba que todavía hoy se puede ver en el exterior de una de estas casonas de la Ciudad Jardín que entonces estaba naciendo.
Las casas de nuestros sueños
Los que pasamos por aquí, más que en las placas, nos fijamos en el interior de estos chalés. Y es que, ¿quién no soñó algún día con vivir en una casa de Ciudad Jardín? Hablamos de Villa Molina, Villa Felisa o el edificio en el que está la escuela de Turismo.
Se conservan manifestaciones de art-decó con casas más modernas
Estas son parte del más de medio centenar de chalés de Ciudad Jardín, un conjunto arquitectónico que nació en en su momento para las rentas medias y bajas pero que ahora contiene casas que se venden a un millón de euros. Dentro de ellas, las inevitables palmeras que le dan un aire indiano a parte de esta ancha avenida.
No es fácil ver a los inquilinos de estas casas. Sí es frecuente ver a uno de los vecinos ilustres de la avenida de La Habana. Se llama Paco. Es un gato enorme, blanco y gris, y ‘trabaja’ en el centro veterinario que hay en esta avenida, que lo recogió de la calle hace seis años.
Suena el eco de Riazor
Y del blanquiazul de la bandera cubana, se pasó al blanquiazul del Dépor. Un partido contra el Valencia inauguró el 29 de octubre de 1944 el estadio de Riazor, construido entre Manuel Murguía y esta avenida.
Entre aquel proyecto monumental del arquitecto Santiago Rey Pedreira, con sus columnatas olímpicas, y el Riazor actual de cubierta azul, han pasado muchas cosas: partidos del Mundial 82, el Concierto de los Mil Años, el 4-0 ante el Milán, la victoria de Liga ante el Espanyol… o aquel penalti fatídico de Djukic.
Aquí está la Oficina de Atención al Deportivista y los accesos a las gradas de Preferencia. Y un emblema: la Torre de Maratón. El fútbol lo cambia todo en la Avenida de la Habana. Hasta una pequeña hamburguesería abre solo cuando suena el silbato en Riazor.
Parte de los goles del Dépor los ha cantado el actual ‘speaker’ de Riazor, José Luis Núñez, con el que hemos hablado en COPE Coruña:
El distrito de la actividad física
Después de los 90 minutos de rigor, con su previa y su prórroga, la avenida de la Habana vuelve a la normalidad. A diario cambia a los deportivistas por los deportistas. Es frecuente ver, mañana y tarde, a mucha gente con mochila en esta vía de conexión entre Peruleiro y Riazor. Con la piscina municipal, el pabellón de deportes o la Casa del Agua, este es el distrito de la actividad física. A los complejos deportivos con gimnasio se suman las actividades que acoge la blanca Polideportiva 2
Aunque a hacer deporte, es mejor venir andando o en bus. Aquí hay cuatro paradas de la compañía de tranvías, pero solo dos líneas: la 3 y la 3A. Cerca, completa las opciones el bus 7, para mejorar frecuencias.
El único aparcamiento de la Avenida de La Habana está en la acera más alejada de Riazor y está muy disputado, debido a la cercanía con el Modelo y el Belén. Lo de aparcar es una de las peores partes de este precioso entorno. Y, cuando hay partido, es cuestión imposible: