Beautiful People
En este mundo hay ciertas personas que me llaman la atención. No es que sean guapas, porque su belleza no es convencional. No es por que sean ‘celebrities’, porque no suelen buscar la fama. No es por su dinero, porque aunque lo tengan, no hacen alarde de ello. Tienen algo que no sé describir, pero que otros antes de mi, los franceses, han calificado como un «je ne sais quoi» o lo que es lo mismo «un algo etéreo e indefinido».
Que curioso que esta expresión sea ‘made in France’ porque todas esas personas que tienen un atractivo inquietante, son francesas. Suelen ser chicas con oficios desconocidos, bellas bohemias que deambulan de fiesta en fiesta, ninfas despreocupadas que fuman en la puerta de los ‘bistro’ parisinos, que me hacen soñar y que para mi sólo existen dentro de las páginas de la revista Jalouse o el blog de Olivier Zham.
Ellas son las que ocupan mis pensamientos en momentos de relajación. En Yoga, la meditación consiste en encontrar un lugar donde puedas dejar tu mente en blanco y te encuentres a gusto. Yo ese lugar lo encuentro con Lou Doillon por las calles de París, con Alice Dellal pinchado música en un bar clandestino o con Joséphine de la Baume casándose bajo un árbol.
A ellas les doy las gracias por hacer que la vida me sea más llevadera, porque aunque todo sea una ilusión, y seguramente tengan su rutina aburrida y padezcan el síndrome pre-menstrual, tengan trifulcas con sus novios, y se les queme la tarta de rubarba, yo no lo quiero saber. Para mi son perfectas y el cielo siempre es azul (o blanco y negro, dependiendo de la foto) en el universo paralelo de la gente guapa.