Surrealismo consumista
«A tu tía la invitó a cenar una vez y del consomé salió una paloma blanca, aturdida y medio quemada, que, al iniciar el vuelo manchó de grasa a todo el mundo». Frase textual de mi madre cuando le cuento que fui a una visita privada de la exposición de Salvador Dalí al museo Reina Sofía invitada por Solán de Cabras. Acto seguido escribí en un Post-it «hablar con tía Ana».
El caso es que Dalí ha creado en mí una necesidad que no sabía que tenía. Necesito un teléfono langosta como los que llegó a producir en los años 30. Un ejemplar en color blanco estaba en la exposición.
Puesto que no voy a hipotecar mi piso para hacerme con uno de los originales, he encontrado otra opción, que además se adapta más a nuestros tiempos. Es una carcasa de langosta para el iPhone. Como lo oyen. Es un diseño del artista australiano Elliot Gorham y él mismo explica que está inspirada en el «teléfono langosta» de Dalí.
Gorham explica que la finalidad de su funda es que el usuario sienta rechazo por su móvil y por la desconexión a veces enfermiza que este crea con el mundo exterior. Afirma que no es «user friendly», que no tiene agujero para la cámara, ni para cables, ni demás accesorios, que no cabe bien en un bolso y que su propósito es sentirse ridículo con ella. A mi no me ha disuadido. La quiero aún más. Creo que mi amor por el consumismo, es aún más surrealista que la carcasa en sí.