Las vidas que ETA se llevó
La banda terrorista ETA ha asesinado a más de 800 personas a lo largo de su historia
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José Pardines Arcay tenía 25 años y era Guardia Civil. Cubría el tráfico en la Nacional I, a la altura de Villabona, en Guipúzcoa, en una zona de la carretera que se encontraba en obras. Vio un Seat 850 que le pareció sospechoso, porque se parecía a un vehículo que figuraba como robado. Lo paró, y pidió la documentación a los dos individuos que iban en el coche. En ese momento, el terrorista Txabi Etxebarrieta, que viajaba junto a Iñaki Sarasketa, le disparó en la cabeza y en el pecho, causándole la muerte. Fue el primer asesinato reconocido por la banda terrorista ETA, el 7 de junio de 1968.
María Josefina Pérez Martínez tenía 21 años. Estaba junto a su marido, Baldomero Barral Fernández, en la cafetería Rolando de Madrid. Ambos tenían dos hijos. El 13 de septiembre de 1974, ETA hizo estallar una bomba en los baños del establecimiento, situado en la calle Correo número 4 de Madrid, muy cerca de la Dirección General de Seguridad. Eran las dos y media de la tarde, y el local estaba lleno de gente comiendo. El techo se vino abajo, y 13 personas perdieron la vida. Camareros, mecánicos, amas de casa, panaderos, estudiantes...76 personas resultaron heridas.
Ramón Baglietto era un buen hombre. Trabajaba como pintor y decorador en Elgoibar, Guipúzcoa. En frente de su negocio, había un paso de cebra, regulado por un semáforo. Un día, Ramón vio a una madre parada junto al cruce con sus dos niños pequeños. Uno de ellos, un bebé, lo llevaba en brazos. El otro, un poquito mayor, iba de su mano con una pelota en la mano. De repente, la pelota se le escapó de las manos, justo cuando un camión se aproximaba al cruce. El niño fue detrás de ella, y su madre, aterrorizada, salió detrás del pequeño. Ramón, que lo estaba viendo todo, cogió en sus brazos al bebé que llevaba la madre. Instantes después, madre e hijo mayor murieron atropellados. Ramón salvó la vida del pequeño Kandido Aspiazu. Unos años después, el 12 de mayo de 1980, Ramón, simpatizante de UCD y exconcejal en Azcoitia, viajaba con su coche por una carretera muy cercana a Elgoibar. Un grupo de etarras ametrallaron su vehículo, que se estrelló contra un árbol. Después, lo remataron a bocajarro. Uno de esos asesinos era Kandido Aspiazu, el niño al que había salvado la vida.
Donato Calzado García tenía 27 años y cumplía condena en la cárcel Sevilla-1, por una pelea en la que había sido condenado por un delito de lesiones. Trabajaba en el servicio de paquetería de la prisión y estaba a punto de salir en libertad. El 28 de junio de 1991, un paquete bomba enviado por ETA explotó en la prisión de Sevilla-1 cuando era inspeccionado por un funcionario. En la sala contigua, familiares de los presos esperaban para visitar a sus seres queridos. En el atentado murieron 4 personas.
El 7 de noviembre de 1991, el agente de la Guardia Civil Antonio Moreno Chica se subió a su vehículo particular junto a sus dos hijos, los hermanos gemelos de dos años Alexander y Fabio Moreno Asla. El artefacto explosivo que los terroristas de ETA habían colocado bajo el asiento del copiloto explotó, causando la muerte de Fabio e hiriendo de extrema gravedad a Alexander, que tardó tres años en recuperarse de las heridas.
Margarita González Mansilla era un ama de casa de 73 años. Vivía junto a su marido en una vivienda muy humilde en la calle José Silva de Madrid. A las 8 de la mañana del 19 de abril de 1995, Margarita dormía en la cama, mientras su marido se aseaba en el baño. En ese momento, un coche bomba de la banda terrorista ETA explotó al paso del vehículo del entonces líder de la oposición, José María Aznar. La vivienda de Margarita se vino abajo, y ella quedó sepultada bajo los escombros. Pasó tres meses en coma, hasta que falleció el 22 de julio de 1995.
Manuel Giménez Abad era el presidente del Partido Popular en Aragón. El 6 de mayo de 2001 caminaba junto a su hijo de 17 años al estadio de La Romareda, a ver un partido del Real Zaragoza. A la altura de la Calle Cortes de Aragón, un terrorista de ETA le disparó tres veces por la espalda, asesinándolo delante de su hijo.
Diego Armando Estacio tenía 19 años y trabajaba en el sector de la construcción en Madrid, a donde había llegado desde Ecuador con 14 años. Soñaba con poder comprar un piso para poder vivir junto a su novia, Verónica Arequipa. El día 30 de diciembre de 2006 se acercó al aeropuerto para recoger a la madre de su pareja, que viajaba a España desde Ecuador. Estaba cansado, y se quedó en el coche a echar una siesta, junto a su amigo Carlos Alonso Palate. Una furgoneta bomba colocada por la banda terrorista ETA en el parking de la Terminal 4 acabó con la vida de ambos.
Jean-Serge Nérin, de 53 años y con cuatro hijos, era un brigadier de la Policía Nacional francesa. El día 16 de marzo de 2010 se encontraba patrullando junto a otros compañeros en la localidad de Dammarie-lès Lys, al sur de París. Detuvieron un vehículo robado y ordenaron a sus ocupantes que se bajaran del coche. De repente, un segundo vehículo robado se aproximó, y un grupo de etarras comenzó a disparar contra los policías franceses. Una de las balas acabó con la vida de Nérin. Fue el último asesinado por la banda terrorista ETA.
Estas solo son algunas de las historias de las más de 800 víctimas mortales del terror asesino de la banda criminal ETA. Descansen en paz.