La memoria de Ribadelago 60 años después de la tragedia
La localidad zamorana quedó devastada tras la rotura de la Presa de Vega de Tera en 1959
Madrid - Publicado el - Actualizado
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“Todo ocurrió muy rápido. Cuando este mismo año se cumplieron 60 años de la tragedia de Ribadelago, Alfredo Puente, exalcalde y vecino de la localidad recuerda qué pasó aquel 9 de enero de 1959. "Yo estaba con mi novia que actualmente es mi mujer” cuando un ruido les puso sobre aviso de que algo estaba ocurriendo. La Presa de Vega de Tera se había roto, pero ellos todavía no lo sabían.
Un sonido fue el que alertó a Alfredo que algo estaba pasando. “Veíamos los árboles que teníamos en frente y no se movían” motivo por el cual descartaron el viento como causante de aquello que estaban escuchando. No obstante “parecía que era mucho viento fuerte”. Decidieron salir a comprobar que qué se trataba. “Salimos hacia el centro del pueblo y empezamos a ver que bajaba agua por una calle que normalmente era imposible que pasase agua” Fue entonces cuando se dieron cuenta de lo que había ocurrido: “Ha reventado una presa”.
Lo primero que hicieron fue volver a su casa para coger a sus familiares e intentar llevarlos a lo alto del campanario para ponerlos a salvo. Una opción acertada viendo que la construcción es de las pocas que aguantó la envestida del agua aquella noche. No obstante, no pudieron llevarlo a cabo. “Ya no nos dio tiempo, el agua ya había rodeado la casa, no pudimos salir”. Fueron momentos muy tensos puesto que “en aquel momento el agua estaba subiendo con ganas”. Su casa resistió al estar situada junto a una roca. “El agua chocaba en la roca y retrocedía. Ese fue el remedio para salvarnos, que no se llevó la casa.”
No todos los vecinos de la localidad tuvieron la misma fortuna que Alfredo. Las consecuencias de la repentina rotura fueron fatales. El saldo de víctimas mortales ascendieron a 144 de un total de habitantes de poco más de 500. A día de hoy, del total de víctimas solo se han logrado recuperar 28. Puente cree que muchos se pudieron quedar “debajo de los escombros de las casas”. “En el lago no se encontró a nadie”.
Tras los primeros momentos la gente empezó a movilizarse para buscar a sus allegados. “Durante toda la noche allí ya no se podía dormir ni hacer nada, todo el mundo estaba dando voces, unos por otros. Fue un poco duro”. El pueblo estaba dividido por un puente que quedó destruido a consecuencia del agua, quedando incomunicado una parte con la otra. “La Guardia Civil empezó a montar pasarelas flotables. Los primeros auxilios los hicieron ellos”. “En aquellos momentos nos hacía falta la ayuda. Hay gente que se había quedado sin nada” Una ayuda humanitaria que llegó también de otros países: “Mantas vinieron muchas de América”.
Poco a poco intentaron volver a la normalidad “Hubo una concentración parcelaria. Se repartió lo que había quedado y lo que se podía trabajar”. Tras ello, el Ministerio de la Vivienda reconstruyó el municipio a unos cientos de metros rebautizándolo con el nombre del dictador “Ribadelago de Franco”, nombre que desapareció definitivamente hace un año, oficializándose el nombre de Ribadelago Nuevo. El Régimen intentó quitarle relevancia siendo únicamente tratado como noticia de cierre del NO-DO.
El nuevo municipio no estuvo exento de polémica. “Creo que no lo vimos bien ninguno pero los que mandaban lo hicieron así y había que aceptarlo”. Según Puente habían “lugares más seguros y libres de otras tragedias que puedan ocurrir” porque añade que el nuevo municipio no está exento de que pueda ocurrir algo similar. “Era el más práctico para construir pero el peor”
Los fallos que pudieron ocurrir en la presa afirma que “es difícil saber qué pasó”. Afirma que no es ningún técnico pero que “donde más presión de agua había fue donde no falló y falló donde menos presión hacía el agua”. “Algo se hizo mal para que fallara el embudo por donde falló”.
Más de medio siglo después sigue poniendo el foco en la necesaria inversión en Ribadelago. “Cuando hicimos el 50 aniversarios las autoridades ofrecieron muchas cosas que todavía estamos por ver” Un Museo de la Memoria que todavía no se ha materializado, o servicios como internet del que los vecinos en su mayoría carecen, incluyendo a Alfredo, que no podrá leer estas líneas en aquella localidad en la que a día de hoy sigue viviendo. Un pueblo, el de Ribadelago que 60 años después sigue recordando aquella tragedia y esperando hechos más que palabras para su memoria.