Así era Jesús López Cobos, el director de orquesta filósofo
El músico zamorano fue responsable musical del Teatro Real, la Orquesta Nacional de España y de la Ópera de Berlín
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Un cáncer se ha llevado al maestro Jesús López Cobos, uno de los grandes músicos de nuestro país: un pionero, de los primeros que por querencia o necesidad vital, traspasaron fronteras y engrandecieron el nombre y el prestigio musical español.
“Siempre te quedas insatisfecho sobre todo con las grandes obras de repertorio” decía a los alumnos del Real Conservatorio de Madrid en un encuentro celebrado en diciembre de 2015.“ Son verdaderamente montañas inmensas a las que puedes subir por muchos sitios”. Pero hay momentos, reconocía “yo siempre digo que en cada concierto debe haber un momento que a lo mejor es solo un minuto. Pero ese momento en el que te da la sensación de que es la música la que te lleva a ti y eso es lo genial, lo que hace que merezca la pena esta profesión”. Tal era el afán de perfección de Jesús López Cobos, que el cáncer que se lo ha llevado, no lo postró en ningún momento.
Feliz Alcaraz, el responsable de la Orquesta y coros nacionales de España contaba a COPE que le conoció personalmente cuando ocupaba el cargo de gerente de la Orquesta de Castilla y León “cuando ya le habían detectado el cáncer, recién operado porque le habían quitado un riñón, vino a hacer una tercera de Malher y prácticamente no se tenía. Sin embargo se hizo tres sesiones. Era un hombre “totalmente entregado a la música y muy importante para la historia”.
Al frente de la Orquesta Nacional estuvo López Cobos durante cuatro años muy vigoroso, cambió la estructura de la Orquesta Nacional de España y amplió el número de músicos, “una estructura que todavía conserva la formación” nos comenta Alcaraz. En el Teatro Real, del que también fue director musical, se fajó para dotarlo de una plantilla estable. Los corsés institucionales volvieron a sacarle al exterior, fuera de nuestro país. Allí coincidió con el tenor José Manuel Zapata. Recuerda Zapata una producción en concreto, el “viaje a Simorg” que se programó en 2007 “trabajamos mucho en aquella producción tan difícil. Me decía que las medias y los zapatos de tacón me quedaban mejor que a ningún otro tenor, porque iba travestido. Tuve una relación muy intensa con él y aprendí mucho”.
Zapata nos decía que tenía un rigor musical tremendo, “es uno de los grandes de la historia de la dirección en el mundo y a nivel internacional. Duro y exigente. Pero luego sabía pasarte una mano por el hombro, gesto que muchas veces es muy importante, y el lo hacía muy bien”.
Su rigor musical y su perfección le pusieron al frente de la ópera de Berlín, y de la orquesta de Cincinnati. Blandió batuta ante las mejores orquestas del mundo. Premio Príncipe de Asturias, con 41 años, medalla de oro de las bellas artes, tuvo grandes reconocimientos en vida.
La muerte lo devuelve a su tierra: en la localidad zamorana de Toro descansarán sus restos mortales.