¿Por qué nos cuesta tanto comprender el arte contemporáneo?

Las ferias de arte contemporáneo y las galería que ofrecen artistas nuevos proliferan, pero, ¿realmente comprendemos lo que vemos y lo que compramos?

Sefi García

Publicado el - Actualizado

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Cada época ha tenido sus reservas en torno a artistas que hoy en día veneramos. Le pasó en la pintura a Vincent van Gogh, por ejemplo, que se murió a los 37 años en la ruina y vendió un puñado de cuadros en vida. Complejo ha sido acostumbrar el oído a esos nuevos acordes. La crítica de la época dijo del cuarteto final de la Novena Sinfonía de Beethoven que "parecía ser una progresión incomprensible de progresiones armónicas extrañas” y lo achacó a la sordera del autor. Hoy se ha convertido en el himno de Europa.

COPE ha acudido al director del Museo de Arte Contemporáneo Reina Sofía para que nos explique esa dificultad. “El arte siempre necesita una mediación, alguien que te de unas claves, porque los buenos artistas nos hacen ver el mundo de un modo distinto. Cuando Duchamp decide que un urinario es una obra de arte, de repente está cambiando nuestro modo de relacionarnos, de entender el mundo”, cuenta. Para el director del Reina Sofía ,“el arte contemporáneo no es más complicado que el de otras épocas porque es el de la nuestra y tendríamos que ver las referencias”. Considera esta visión “ un tópico, porque los museos de arte contemporáneo están llenos y los de arte antiguo siempre quieren hacer cosas contemporáneas”.

¿Por qué nos cuesta tanto comprender el arte contemporáneo?

Aun así, un plátano a medio pelar, un vaso de agua, un muro alicatado o algunas otras propuestas que se venden por millonadas nos resultan chocantes e incluso una tomadura de pelo. Algunas lo son. Hay artistas que se convierten en una especie de bestsellers y se difuminan luego y otros que se sostienen en el tiempo por su calidad.

¿Qué determina la calidad de un autor? Tanto Borja Villel como los galeristas con los que hemos hablado lo tienen bastante claro: “la colección en la que tengan sus obras”. Si en el siglo XIX un crítico de arte con prestigio podía hundir la carrera de un artista, nos dice el director del reina Sofía “hoy en día el prescriptor es el coleccionista, son las grandes colecciones, el estar en una colección o no marca un nombre, aunque afortunadamente hay más cosas, y hay artistas que en su momento no tuvieron un nombre y ahora nos parecen maravillosos, y al revés”.

En definitiva, el arte de nuestro momento depende del color del cristal con que se mire y de un ojo acostumbrado a ver más allá, quizás hacia el futuro. Manuel Borja Villel nos aconsejaba que nos fiemos de nosotros mismos y que preguntemos para comprender. Hay dos modos de coleccionar arte contemporáneo, “si ves algo con lo que piensas que no puedes vivir, cómpralo si puedes, sicno, colecciona momentos y emociones", los que pasas, por ejemplo, ante obras de arte como el Gernica de Picasso.