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Inmaculada Tapia
El abanico está íntimamente ligado a la tradición española, un complemento que no está vinculado a la edad ni al género, que han adoptado señoras y caballeros, y que han hecho suyo Madonna, Beyonce, Antonio Banderas o Karl Lagerfeld.
Nunca ha dejado de estar presente, Oscar Wilde le dedicó una obra teatral, "El abanico de Lady Windermere", ahora Chanel Terrero, en su actuación en Eurovisión, le ha devuelto a la actualidad al desplegar uno orgullosa, acompañando la coreografía, sin olvidar que Rossy de Palma ha hecho gala en la alfombra roja del Festival de Cannes de un esmerado diseño.
Aunque parece que se renueva cada verano, lo cierto es que en otoño e incluso en inverno, en Canadá o en Túnez, es siempre propicio llevar uno en el bolsillo, advierte Olivier Bernoux, el artesano que ha vuelto a poner en valor los abanicos.
El creador franco español, de la firma que lleva su nombre, realiza delicados diseños y propuestas más atrevidas con mensaje, "por encargo de Madonna", quien no ha dudado en lucirlos durante la celebración de su cumpleaños o en alguno de sus videoclips.
Este abanico llegó a España en el siglo XVI desde Oriente y en el XXI son otras piezas llegadas de las fábricas de producción industrial de China los que ponen en riesgo la supervivencia del delicado abanico artesanal.
En los reinados de Luis XIV y Luis XV en Francia llegaron a ser prendas y testimonio de lujo, realizados con pinturas exquisitas, papel de China, tafetán de Florencia y vitela y cabritilla española.
Con el tiempo, su uso y su importancia se han ido depreciando, una razón que llevó a Bernoux a investigar nuevos diseños y materiales, cuenta este licenciado en económicas, que trabajó para Loewe, que forma artesanos para lograr que no se pierda el oficio.
Para el creador, que pasaba los veranos en un pueblo de Almería con sus abuelos, "los abanicos han sido un complemento que me ha fascinado desde niño", comenta en una charla con Efe en su tienda taller, donde diseña combinaciones en las que hay tanta tradición como vanguardia, donde pulcramente recogidas se apilan, telas, varillas y aderezos, pura fantasía, junto a máquinas de coser.
"Abrir y cerrar un abanico es un elemento de sensualidad, describe un lenguaje propio con el que las mujeres se comunicaban con su enamorado", cuando no estaba bien visto que se hablaran en público, recuerda.
Bernoux se lamenta de que el bordado hecho a mano, incluso el de marquetería, se esté perdiendo, aunque le hace ilusión que su trabajo empiece a reforzar un tejido industrial en extinción.
La tradición dice que los más pequeños son para los caballeros y de tamaño mediano para las señoras, aunque este artesano le da una vuelta a la historia; "un hombre tiene tanto calor como una señora" y para ellos también diseña creaciones más grandes e informales, a las que incluso incorpora tejidos de camisas.
Ha sabido también cómo desarrollar piezas maxigrandes, un elemento sofisticado hacia el que se dirigen todas las miradas en fiestas o bodas.
Con tienda en Madrid y Sevilla, el abanico ha dejado de ser un accesorio vinculado a España como demuestra que los suyos viajen a Nueva York, Suiza, Italia, Miami, México, Venezuela, Jordania o Emiratos Árabes.
La cantante Beyonce y Madonna son clientas habituales. "Madonna contactó con nosotros y pidió varios abanicos personalizados con palabras algo pícaras", en los que se puede leer "Fuck", "Bitch" o "I'M Hot", cuando se abren.
En el recorrido por las estanterías de su tienda no falta una línea divertida con dibujos con calavera en las varillas y colores flúor que buscan la atención de los más jóvenes, e incluso una colección que cambia de color con el calor.
Plumas de avestruz, flecos, cristales de Swarovski, sedas, tachuelas o flores bordadas que sobresalen del abanico cuando se cierra son algunas de las múltiples opciones que Bernoux propone con imaginación, a las que incorpora actualidad sin caer en modas.
El lino se incorpora a maderas nuevas como el palo santo, ébano de macasar o el olivo, trabajadas por manos esmeradas para que el abanico abra y cierre de manera "natural y elegante", fácil, para evitar que se rompa y que perdure al paso del tiempo "que pase de generación en generación", comenta el creador, que también restaura abanicos antiguos.
Piezas que se pueden encontrar desde 50 euros, pero que las mejores maderas, plumas de avestruz y otros realizado con diamantes pueden llevar a superar los 3.000.
"Mi trabajo es dar visibilidad a mujeres estupendas que luzcan un abanico que las realce", concluye Bernoux.