HISTORIA BRUJAS

Brujas, una historia deformada

Alfredo Valenzuela

Agencia EFE

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Alfredo Valenzuela

La caza de brujas se desencadenó al inicio de la Edad Moderna y no en la Edad Media, las persecuciones más agresivas fueron en lo que hoy es Alemania mientras que en España la Inquisición frenó esa persecución, según las conclusiones de "Brujas" (Debate), un ensayo de la catedrática de la Universidad de Sevilla Adela Muñoz Páez que llega este jueves a las librerías.

Catedrática de Química Inorgánica, Muñoz Páez se interesó por la historia de la brujas tras publicar una "Historia del veneno" en 2012 y hallar varios nexos entre una historia y otra, pero lo que encontró, según ha explicado a EFE, fue una realidad histórica que desmentía una sucesión de tópicos, algunas reminiscencias de la Leyenda Negra y creencias que no se sustentaban en los hechos.

Otra de las conclusiones del estudio de Muñoz Páez es que, contra otra extendida creencia, las penas más crueles contra las personas -hubo mujeres y hombres- acusadas de brujería no las impusieron los tribunales eclesiásticos.

Según los datos históricos revisados por Muñoz Páez de entre las 50.000 y 60.000 muertes provocadas por la persecución de la brujería, aproximadamente la mitad se produjo en los antiguos Estados que hoy conforman Alemania, mientras que en España no hubo más de treinta personas ejecutadas a lo largo de tres siglos, exceptuando Cataluña.

Según Muñoz Páez, en Cataluña la persecución fue "extraordinariamente cruel" porque allí no se reconoció la autoridad de la Inquisición, por lo que las muertes por brujería superaron las cuatrocientas -y cita el estudio del historiador Pau Castell, que ha documentado 700 procesos contra mujeres por brujería en Cataluña en tres siglos-.

Muñoz Páez ha recordado al inquisidor Alonso de Salazar Frías, quien entre los siglos XVI y XVII cuestionó que los hechos de los que se acusaba a las brujas fueran reales, entrevistó por toda España a tres mil personas relacionadas con ellas, negó la existencia de los aquelarres y rechazó que muchas de las mujeres acusadas tuvieran capacidad alguna para hacer daño a otras personas.

La profesora ha añadido que en 1614 el Consejo de la Suprema Inquisición recogió las recomendaciones del inquisidor Salazar para que no se prendiera a más mujeres por acusaciones de brujería.

Muñoz Páez ha atribuido la encarnizada persecución desencadenada en Alemania a varios factores históricos, como una inestabilidad religiosa que alentó esas cacerías de brujas, en que el nuevo paradigma religioso del protestantismo causó inseguridad por la consiguiente "competencia por el mercado de los creyentes en Europa, que hasta entonces había sido monopolio de Roma".

En el caso de Bamberg (Alemania), donde en el primer tercio del XVII se ejecutó hasta un millar de mujeres acusadas de brujería, se debió, según la autora, a enfrentamientos entre protestantes y católicos, y el de las brujas de Salem, en los actuales Estados Unidos, se debió a una disputa por unas lindes.

La autora ha calculado que casi un tercio de las víctimas por caza de brujas fueron hombres, pero que este porcentaje varía mucho entre unos países y otros, ya que si en Islandia más del 90 por ciento de las víctimas fueron hombres, y en Rusia al menos el 70 por ciento también fueron hombres, en Inglaterra más del 90 por ciento fueron mujeres.

Muñoz Páez señala en su estudio la pervivencia de "la sinrazón y las creencias mágicas" en pleno siglo XXI y que en el África subsahariana han sido asesinadas por estos motivos más personas en la segunda mitad del siglo XX que en toda Europa en toda la Edad Moderna.

También cita el caso de la joven Bridget Cleary, apaleada y quemada en Irlanda en 1894, o el linchamiento en un pueblo alemán de la anciana Elizabeth Hahn, en una fecha tan tardía como 1974.

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