Cuando PortAventura pudo ser Disneyland: los entresijos de una operación que España estuvo a punto de cerrar

Tarragona se quedó a las puertas de convertirse en la sede del parque temático por excelencia tras una negociación que se resolvió de forma ajustada a favor de Francia

Cuando PortAventura pudo ser Disneyland: los entresijos de una operación que España estuvo a punto de cerrar

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

1 de mayo de 1995. Queda inaugurado el que a día de hoy es el parque temático más exitoso y famoso de España, PortAventura. Difícil que veraneantes, habitantes de la zona, catalanes en particular y españoles en general no reconozcan el lugar gracias a uno de los elementos más característicos del skyline tarraconense: Dragon Khan, la montaña rusa primigenia del recinto y su atracción por excelencia. Un icono que podría haber sido otro bien distinto. Nada más y nada menos que el castillo de la Bella Durmiente.

Sí, donde hoy se encuentra PortAventura bien podría haber estado Disneyland. Y, por tanto, el Pájaro Loco podría haber sido sustituido por, palabras mayores, Mickey Mouse. La posibilidad de que la todopoderosa Disney desembarcase en España fue muy real durante los años 80, tras la llegada del PSOE al Gobierno español.

Ignacio Vasallo, uno de los grandes nombres propios del turismo en nuestro país, estuvo involucrado en aquella operación. De ahí que la relatase con pelos y señales para el portal Tourinews, tras años de silencio y cuando todo había prescrito, en un artículo publicado en 2017. La revelación de ciertos entresijos de la historia entonces no fue casual: se cumplía un cuarto de siglo de la inauguración de Eurodisney, aunque su sede definitiva (todos lo sabemos hoy) fue París.

Cuando PortAventura pudo ser Disneyland: los entresijos de una operación que España estuvo a punto de cerrar

Los contactos con la compañía del ratón se iniciaron en 1982, cuando Vasallo quedó maravillado con el modus operandi de los parques temáticos de Disney. “La profesionalidad de todos los empleados (y su aspecto físico), la increíble gestión de las colas y la existencia de manuales de gestión” le parecieron impecables. A la par que la limpieza. “Yo no había visto en Europa nada parecido. Estaba claro que había que aprender de ellos todo lo que fuera posible”, pensó el empresario entonces.

Al poco tiempo, Vasallo se enteró de que Disney negociaba con el Ejecutivo francés para construir su parque europeo, aunque sin demasiado éxito. Tras convertirse en director general de Promoción del Turismo una vez que los socialistas se hicieron con el poder, impulsó que España diese el pistoletazo de salida a su propio intento de albergar Eurodisney.

Así, se fueron seleccionando una serie de lugares españoles donde podría ubicarse el parque en función de “los parámetros que ellos solicitaban (densidad de población, renta per cápita, número de turistas, climatología, infraestructuras, especialmente de transporte, etc.)”. Incluso se organizó un viaje a España de los directivos de Disney “para que visitaran los posibles lugares y, sobre todo, conocieran el funcionamiento del sistema turístico español”.

Después de pasar por “Mallorca, la Costa del Sol, la Costa Valenciana y la Costa Catalana hasta Barcelona”, todo quedó reducido a dos posibles emplazamientos, según Vasallo: “El triángulo Oliva- Pego- Denia y Salou Vilaseca”. Este último acabaría convirtiéndose en la futura localización de PortAventura. Y allí podría haber estado Disneyland... si las cosas no se hubiesen torcido a partir de 1984.

Una decisión que motivó arrepentimiento

¿Qué pasó? Francia empezó a interesarse más por construir el parque y Disney le dio mayor peso a la gente procedente del cine en su equipo directivo. Los dos nuevos ejecutivos que lideraban el mismo, Michael Eisner y Frank Wells, valoraban más de lo que parecía el glamour. Para muestra, un pequeño detalle de esos que marcan la diferencia: al viajar a Madrid y Barcelona para valorar la llegada de Disneyland a España, las esposas de Eisner y Wells volaron directamente a París, sin pasar por la escala intermedia.

Ya en 1985, nuestro país presentó su informe completo para optar a albergar el parque temático europeo de Disney, a la par que lo hizo Francia. En Navidades de aquel año, el presidente del área de Parques de Disney, Dick Nunis, comunicó a Ignacio Vasallo que París había resultado elegida en detrimento de un lugar español. O, al menos, eso se dijo entonces: “Algún tiempo después, el propio Nunis me confesó que en realidad el voto había sido tres a dos a favor de España, pero que los dos grandes jefes forzaron la solución francesa más ambiciosa y también más arriesgada, frente a la opinión de los técnicos”.

Años más tarde, en plena inauguración de Disneyland París (1992), Vasallo vivió una anécdota divertida con uno de los culpables de que el parque no llegase a Tarragona. “Estaba charlando con Michael Eisner un poco antes de que pronunciara su discurso de inauguración, cuando empezó a llover ligeramente. No pude evitar una sonrisa. Eisner la percibió y medio en serio, medio en broma me dijo que era un cabrón. Naturalmente, había señalado en múltiples ocasiones la bondad del tiempo en Tarragona frente a la climatología de Marne-La Vallée”. Una pequeña venganza del destino, tal vez.

A día de hoy, Vasallo considera que Disney se equivocó con su decisión, “un fracaso económico para los accionistas de la sociedad francesa propietaria” que “tan sólo durante cinco años obtuvo beneficios”. La explotación hotelera del parque tampoco funcionó, a pesar de su éxito de público. ¿Entendieron también a posteriori en la gran multinacional que se debería haber optado por España?

Parece que sí, a raíz de otra confesión de uno de los españoles que más lucharon por traer Disneyland a nuestros dominios: “En una cena en Londres en 2006 , Roy Disney (exvicepresidente de la compañía y sobrino de Walt) me aseguró que la decisión de Eisner de preferir la opción francesa en vez de la española, que favorecían los técnicos, fue la primera llamada de atención y motivo del temprano enfrentamiento entre ambos”.

Así, mientras Disneyland “ha sido una máquina de perder dinero” a juicio de Ignacio Vasallo, “el más modesto PortAventura está consiguiendo llegar a final de mes”. ¿Qué habría pasado si fuese un castillo y no una montaña rusa enorme lo que dominase el horizonte en tierras tarraconenses? La incógnita perdurará por siempre.

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