Hoy se decide el destino del Mazarrón II, el barco fenicio descubierto hace 20 años en la bahía murciana
Desde primera hora de la mañana se suceden las reuniones en el ministerio de Cultura para decidir qué se hace con los restos
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Es un caso único en el planeta, asegura su descubridor, el director del Arqua Iván Negeruela. No porque sea el más grande del Mediterráneo, en Villajoyosa apareció otro que le triplica el tamaño, ni porque sea en más antiguo, en la costa turca descubrieron un pecio del siglo XIV antes de Cristo, el caso del Mazarrón II es que está tan bien conservado que reúne todo el conocimiento de la arquitectura naval fenicia aplicado en las comunidades externas, que aportaron su sello.
El pecio descubierto en 1995 navegó en el siglo VII antes de Cristo. Era una nave a vela, sin auxilio de remos, que se utilizaban, según deducen los expertos para conectar distintos puntos del litoral donde se desarrollaban actividades mineras, y sin perder de vista la costa para refugiarse en caso de temporal.
Está hecho con madera de árboles de la zona: ciprés, olivo, pino e higuera. Para fijar las tablas utilizaron una técnica novedosa que se conoce como mortaja, lengüeta y pasador, una innovación en la construcción naval distinta además a la tecnología utilizada por los vikingos, por ejemplo.
Cuando naufragó, con probabilidad a causa de un temporal, llevaba bloques de litargirio. La composición química del lecho marino en el que reposa, a menos d edos metros de profundidad, lo conservó durante 2.700 años.
Fue un cambio en las corrientes marinas lo que provocó su afloramiento, junto con otra nave similar en 1988.
Una de las naves fue trasladada al museo Arqua y esta recubierta con una caja de protección de hierro para preservarla. Los temporales que azotan la zona han puesto en riesgo la solidez de la caja de protección que custodia la nave: la arena se ha desplazado y se corre el riesgo de que se desplome sobre el pecio.
El Mazarrón II, bien de interés cultural, nos permite concoer la tecnología que llegó al Mediterráneo oriental con las aportaciones de los pueblos íberos, es por el momento “más que una cueva de Altamira” afirma Iván Negeruela.