Las visiones futuristas de Blade Runner: en qué acertó y en qué no Ridley Scott

Acabamos de estrenar el mes de noviembre del año 2019. La fecha en la que se desarrollaba una película de culto: Blade Runner. Ridley Scott ideó una distopía con numerosos avances técnicos impensables en 1.982. ¿Cuáles de sus predicciones se han cumplido y cuáles están todavía por desarrollar?

La cinta nos pinta un Los Angeles asfixiante: superpoblado y muy contaminado. Podemos mirar a algunas ciudades como Nueva Delhi o Pekín y a veces a Madrid para darnos cuenta de que no iba tan desencaminado. Pantallas gigantes hay en todas las grandes ciudades, como las que nos saludaban en la distopía, pero Ridley Scott se quedó corto en un par de cosas:

- Las videollamadas, que nosotros hacemos con unos teléfonos inteligentes superchulos y con aplicaciones que facilitan gran resolución (quién no ha hecho un Skype o una videollamada por watssap) y que en la peli el cazarecompensas Deckar (Harrison Foprd) hacían desde un enorme aparato bastante feo, con una resolución basjísima y algo cara.

- La domótica. Aunque no popularizada al 100%, está mucho más desarrollada y es más sofisticada hoy que en la película: una simple app en nuestro teléfono nos permite hasta encender la calefacción un ratito antes de llegar a casa. Hay frigoríficos que nos avisan de lo que tenemos que comprar en el super... La voz femenina que contesta Harrison Ford cuando se identifica como Deckar 97, sería nuestra Siri, Alexa o el asistente de Google. No está nada mal. Hasta adelantó los antivirus que la hiperpoderosa Tyrel Corporation instalaba en sus avanzados robots .

Los replicantes Nexsus 6 son otra historia. Aunque sin la sofisticación de Roy Batty (Tutger Haver), ya circulan por ahí robots de latex y programas informáticos que son capaces de superar a humanos en retos de inteligencia. Los hay que aprenden de nuestra forma de jugar al ajedrez, por ejemplo y son imbatibles. La Inteligencia Artificial avanza a pasos de gigante. Tampoco saltamos de planeta en planeta (ni siquiera los más ricos como en la película) como si fuésemos a la compra, ni viajamos en coches voladores. Una pena.

Tampoco disponemos del secador de pelo en forma de pecera rapidísimo y que te deja peinada. Otra desgracia. Con todo, en un momento en el que Internet apenas despuntaba, no iba nada descaminado Ridley Scott en sus predicciones.