Los secretos de los otros viajes a la Luna: la Biblia y las obras de arte que llegaron a las estrellas

Rafael Clemente desvela los detalles más desconocidos de las misiones Apolo en su libro "Los otros vuelos a la luna”, que acaba de publicarse

Los secretos de los otros viajes a la Luna: la Biblia y las obras de arte que llegaron a las estrellas

Sefi García

Publicado el - Actualizado

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Somos cochinos hasta en la Luna. Los astronautas han dejado tanta basura como en un descampado tras un botellón. Por un motivo u otro. En la primera foto panorámica que la misión Apolo hizo en julio de 1969 aparece la bolsa de residuos que recogía los excrementos de los astronautas. A Aldrín, con el salto desde el modulo lunar a la superficie, se le rompió la bolsita que guardaba su orina y dio el primer paseo espacial chapoteando en su propio pis. Una heroicidad marcada por un hecho absolutamente humano. “En la luna quedaron muchas cosas", explica Rafael Clemente. El escritor se ha encargado de desvelar los detalles más desconocidos de las misiones Apolo en su libro "Los otros vuelos a la Luna”, que acaba de publicarse.

Los astronautas del Apolo XI estuvieron solo 20 horas en la luna, pero los de las misiones posteriores permanecieron allí hasta tres días. Los astronautas de las distintas misiones del programa Apolo se han llevado o han dejado en la luna objetos que nos definen a todos, desde lo más humano, a lo divino.

La biblia de Scott

El intento de dejar una biblia en la Luna empezó en el viaje del Apolo XII. Iba microfilmada, oero los astronautas se la olvidaron en la nave y nunca llegó a la superficie del satélite. “Se quedó en órbita", puntualiza Rafael Clemente. Lo reintentaron en el Apolo XII, que nunca llegó a la luna, y luego en el Apolo XIV. Esta vez los astronautas sí se acordaron de llevar el microfilm a la Luna. "Lo que pasa es que se quedó en el módulo y volvió a subir”, cuenta Rafael. Fue en el vuelo siguiente, en el Apolo XV, cuando el comandante David Scott dejó por fin el texto sagrado en la Luna, aunque ya no era un microfilm sino “una biblia de papel pero pequeñita". "La dejó sobre el cochecito eléctrico que se quedó en el lugar del aterrizaje, en la región lunar Hadley-Apeninos en el Mare Imbrium", explica el autor.

Los astronautas volcaron además sus aficiones y gustos en las distintas misiones. En muchas ocasiones, con el desconocimiento de la NASA: han subido sobres filatélicos que se matasellaron en el satélite. Trescientos en total, 200 más que los que la Agencia Espacial les había autorizado. Pero no es el único caso.

Andy Warholl y el Océano de las Tormentas

Escondido en el aislante de una de las patas las patas de los restos del modulo lunar del Apolo XII hay, supuestamente, un pequeñísimo museo de arte contemporáneo. Tampoco fue un acto aprobado por la NASA. "La idea fue del escultor americano Forrest Myers. Él decidió que el segundo vuelo a la luna era una oportunidad interesante para dejar una serie de obras de arte contemporáneas para dejarlas en nuestro satélite”, explica Clemente.

La Nasa no estaba al corriente. Myers se puso en contacto con cinco amigos artistas y les pidió que aprontasen una serie obras de arte “para grabarlas en una pastilla de cerámica muy pequeñita, del tamaño de un par de sellos de correos". "Mediante un cómplice cuyo nombre nunca se supo y que estaba implicado en el mantenimiento final del módulo pudo esconder esa pastilla para que ese diminuto museo de tan solo seis obras acabase finalmente en la luna”, explica el escritor. No hay constancia oficial, solo la palabra de Myers asegurando que “su contacto le envió un telegrama que confirma que la misión clandestina se cumplió”.

Experimento no autorizado

Edgar Mitchell, el piloto del modulo lunar del Apolo XIV, aficionado a experimentos extrasdensotriales y telepatía, pensó que “qué mejor forma de demostrar sus teorías que en ese viaje lunar” Así que se puso en contacto con unos amigos y acordaron unas horas concretas en las que utilizarían las cartas FENER (las que vemos en las películas que tienen ondar o figuras geométricas) para ver si concentrándose a la misma hora conseguían trasferir la imagen con el pensamientos.

“Los resultados fueron muy significativos, porque acertaron tan poco y los resultados eran tan malos que debía haber una explicación científica: el Apolo XIV despegó con 14 minutos de retraso, tiempo que fue acumulando durante todo el viaje, cosa que no sabían los amigos de Mitchell”, explica. Por cierto, en la NASA no estaban al corriente de las intenciones del astronauta.

Rafael Clemente recoge en su libro “Los otros vuelos a la Luna” infinidad de detalles poco conocidos de las misiones del Programa Apolo, algunas simpáticas, otras aterradoras.. Muchas historias de la historia que poco a poco se van desvelando.

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