Marinus: la primera mirada amable a los banqueros
El Museo del Prado reúne una exposición dedicada al pintor flamenco
Publicado el - Actualizado
2 min lectura
El Museo del Prado ha reunido 10 pinturas de Marinus, el pintor flamenco que desarrolló su producción en la segunda mitad del siglo XVI, tres de ellas inéditas en España donde, sin embargo se guardan la mayoría de sus pinturas.
Christine Seidel es la responsable de esta pequeña exposición que rescata al enigmático pintor, caracterizado por hacer repeticiones sobre el mismo tema, a veces incluso con los mismos protagonistas. Su San Jerónimo o los cuadros de recaudadores y cambistas han dado pábulo a la idea de que muchos de ellos habían salido de su taller y no de su propio pincel, pero una exhaustiva investigación ha demostrados cambios sutiles tanto en las anotaciones en los libros de cuentas que pintaba como en las expresiones de los protagonistas que ratifican su autoría. Se supone que lo hacía para complacer el deseo de exclusividad del comprador.
Marinus desarrolló su actividad en Amberes, en un momento en el que las actividades financieras eran una floreciente forma de negocio, convirtiéndose en las precursoras de una forma económica que transformó la sociedad europea. Marinus la documentó al punto de que sus cuadros son más conocidos que su nombre. Los cuadros reunidos por el Prado en “Marinus: pintor de Reymerwale” han dado pie al primer estudio sobre el artista, un enigma hasta el momento. En la misma sala podemos ver las dos versiones de la pinacoteca madrileña de su obra “el cambista y su mujer” y también tres pinturas inéditas en nuestro país, procedentes del Louvre, el Hermitage y del Museo de Bellas Artes de Gante. Christine Seidel nos ha contado que además de esa repetición de los temas, Marinus aporta por primera vez una mirada positiva hacia los profesionales del dinero, “la tradición de una mirada negativa hacia profesiones financieras ha sido cruenta desde la Edad Media hasta los tiempos modernos- explica la comisaria- hay muchas obras que perfilan esa imagen. Los cuadros del Hermitage, por ejemplo, donde vemos figuras caricaturescas que señalan estos peligros”, pero cuando nos paramos en “el cambista y su mujer” vemos la balanza y la justa medida “lo que sugerirían que no se apreciaba como una visión exclusivamente negativa y eso es un punto muy interesante, porque tampoco hay figuras caricaturescas, que adviertan del peligro”.
Un cambio en la mirada hacia los profesionales que pusieron las bases de la Europa moderna.