Los secretos de la Patrulla Águila y su participación en el desfile del 12-O
Un piloto tiene que llevar entre 1.500 y 2.000 horas de vuelo antes de ser apto para esta unidad
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“La confianza y el espíritu de equipo es esencial, todo está entrenado, no se deja nada a la improvisación y es fundamental la seguridad”, dice el capitán Luís Berjano, speaker de la Patrulla Águila, unidad que este 12 de octubre volverá a surcar -en varias ocasiones- el cielo de Madrid. Los siete aviones C-101 de la Patrulla Águila del Ejército del Aire sobrevolarán en tres ocasiones el Paseo de la Castellana dentro del desfile del Día de la Fiesta Nacional.
El teniente coronel Rubén Pérez, líder de esta patrulla acrobática, pilotará su aeronave -con su nombre impreso en un lado del fuselaje- por novena vez en esta parada militar, “la cuarta liderando la formación”, indica. “Madrid desde arriba es una perspectiva distinta, y la verdad que muy bonita”, asegura el teniente coronel.
Uno de los pilotos reservas de la unidad, el comandante Eduardo Garvalena, cuenta que para realizar sus maniobras con tan alta precisión “se coge una serie de referencias en el suelo en varios edificios para pasar a distintas alturas en diferentes tiempos, y así se efectúael desfile aéreo de forma coordinada y con seguridad”. Señala que “es un vuelo en el que van siete aviones muy juntos, hay unos márgenes de seguridad, pero la coordinación con los compañeros tiene que ser absoluta, y la concentración es altísima durante el vuelo”.
Explica el capitán Berjano que “para dibujar la bandera de España con esas estelas rojas y amarillas lo que se utiliza es un sistema de humos que va incorporado al avión en la parte trasera, en la salida de los gases”. De esta forma se crea un humo blanco al quemarse el combustible, y para darle el color se añade “otro depósito rojo o amarillo, dependiendo de la posición en la que se vuele se coloca un color u otro”.
“Un piloto lleva entre 1.500 y 2.000 horas de vuelo antes de ser apto para volar en la Patrulla Águila”, según afirma el teniente coronel Pérez. Son todos pilotos de caza, que han pasado antes por otras unidades, ahora están ejerciendo labores de enseñanza en la Academia General del Aire y se han presentado voluntarios para este destino.
Al preguntarles si no se marean con tantas piruetas, responden que al final el cuerpo se acostumbra. “Cuando empezamos a volar en la Academia el cuerpo se somete a las tres dimensiones, es algo a lo que no está preparado inicialmente, pero con la preparación y con los vuelos el cuerpo se va adaptando”, indica el comandante Garvalena.