La Bolsa cae al mismo ritmo que se diluye la esperanza de un acuerdo comercial entre China y Estados Unidos
El índice Ibex 35 ha bajado un 1,2 por ciento, hasta 9.080 puntos
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El pesimismo va en aumento en los mercados de valores. El desánimo y los miedos crecen al mismo ritmo que se enturbia la posibilidad de un pronto acuerdo comercial entre China y Estados Unidos. El intercambio de golpes continúa y ambos púgiles cada vez se encuentran más debilitados. Lo malo es que la sangre salpica cada vez más lejos. Ante la duda, los inversores se preparan para algo parecido a una travesía del desierto; un largo periodo de incertidumbre y de malas noticias. Las empresas retrasan sus decisiones de inversión en el convencimiento de que la guerra comercial provocará menor crecimiento económico. Ya lo está haciendo.
Los mercados contemplan con aprensión cómo ha vuelto a invertirse la curva de tipos de interés en EEUU, lo que se considera como ave precursora de una recesión. De momento, en Estados Unidos el bono a diez años rinde menos que los títulos a tres meses. Un 2,22 a largo plazo, frente al 2,35 por ciento a corto. Es una situación anormal que pone los pelos de punta a los analistas.
Los mercados esperan un progresivo deterioro de la actividad económica, no sólo Estados Unidos, también en China y en Europa. De hecho, los mercados descuentan que el precio del dinero baje medio punto a lo largo de los próximos meses. El temor a una caída de la actividad y de la demanda de energía y de materias primas ha hecho caer al petróleo en pocas semanas de 75 a 67 dólares por barril. De hecho, Arcelor ha reducido sus previsiones de producción ante el desplome de la demanda de acero. El enfriamiento de la actividad económica pasa factura a la empresa y también a Acerinox, que hoy han perdido en Bolsa cerca de un 4 y un 3 por ciento, respectivamente. También Repsol ha tenido un mal día, por idénticos motivos. El índice Ibex 35 ha bajado un 1,2 por ciento, hasta 9.080 puntos. En lo que va de mes acumula ya una caída del 5 por ciento.
Ahora, el siguiente hito a vigilar se encuentra en el Banco Central Europeo, que celebra consejo el jueves de la próxima semana. La impresión es que la autoridad monetaria europea intensificará sus medidas de estímulo económico, en especial las inyecciones de liquidez vía operaciones de refinanciación a largo plazo a las entidades bancarias, o TLTRO según sus siglas en inglés. No se esperan cambios ni en el precio del dinero ni en el tipo de depósito, que es la penalización de deben pagar los bancos de la eurozona por colocar sus excesos de liquidez en el BCE.
Hoy se han publicado varios indicadores económicos en la vieja Europa. En Alemania la tasa de paro se ha situado en el 5 por ciento, cuando se esperaba un 4,9 por ciento. El PIB de Francia ha crecido tres décimas en el primer trimestre, mientras la inflación se ha situado en el 1,1 por ciento, que es algo menos de lo que se esperaba. En Italia, han aumentado en mayo tanto el clima empresarial, como la confianza del consumidor.
Los mercados no son capaces ahora mismo de ver muchas luces al final del túnel. La esperanza es que la propia debilidad de las Bolsas anime al presidente Trump a buscar un acuerdo in extremis. Trump utiliza a Wall Street como termómetro del éxito o aceptación de su gestión.
Los inversores huyen de la Bolsa y buscan un puerto de atraque en la deuda pública. Pesa también el enfrentamiento entre Italia y la Comisión Europea. Preocupa el procedimiento sancionador que la Comisión Europea va a abrir a Italia por déficit excesivo. Se han encendido todas las señales de alarma. La deuda pública italiana supera el 130 por ciento del PIB. Una cifra difícilmente sostenible. Hoy el rendimiento de las obligaciones españolas a diez años marca un nuevo mínimo histórico, en el 0,74 por ciento. Nunca su rentabilidad había sido tan corta. También están en mínimos los bonos alemanes, que profundizan en los rendimientos negativos, ofrecen un menos 0,17 por ciento.