Tercera jornada consecutiva de ganancias en una Bolsa que ignora las malas referencias

El índice Ibex 35 ha subido un 0,78 por ciento al cierre, hasta 8.876 puntos

La Bolsa que ignora las malas referencias

Fernando Mañueco

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

La Bolsa ha firmado su tercera sesión alcista consecutiva. El índice Ibex 35 ha subido un 0,78 por ciento al cierre, hasta 8.876 puntos. Ya ha recuperado todo el terreno que perdió en la aciaga jornada de lunes. Destaca la subida de un 31 por ciento de Zardoya Otis, que ha cerrado en 7,03 euros. Su matriz, Otis, ha lanzado una oferta de compra, una OPA, sobre el 49,9 por ciento del capital que no controla en su filial. El precio ofrecido es de 7 euros por acción en efectivo. El precio de la OPA se minorará en siete céntimos a partir del día 11 de octubre, que es cuando está previsto el pago del próximo dividendo. La oferta será por tanto finalmente de 6,93 euros por acción. Ayer sus títulos cerraron a 5,35 euros. Es una operación de 1.650 millones de euros, que valora el conjunto de la compañía de ascensores en 3.300 millones. Han subido Repsol y los bancos, pero ha caído el gestor aeroportuario AENA. Sus ingresos caerán en 1.500 millones de euros en los próximos cinco años. El Congreso la obliga a bajar los alquileres a las tiendas de sus terminales.

En los demás mercados, han repuntado los rendimientos de los bonos, ha subido el petróleo (roza los 77 dólares por barril) y los precios de otras materias primas. Alzas también de las criptomonedas. Los inversores se han permitido el lujo de pasar por alto algunas referencias no demasiado halagüeñas, como por ejemplo los datos de crecimiento de España, que han sido bastante más tibios de lo que se esperaba. El PIB ha aumentado un 1,1 por ciento en el segundo trimestre del año, cuando se esperaba un 2,8 por ciento. La tasa anual muestra un crecimiento del 17,5 por ciento, frente a una estimación preliminar del 19,8. Los datos de este último cuarto comparan con las depauperadas cifras de actividad que dejó la pandemia y los confinamientos durante el pasado año.

El mercado tampoco ha prestado demasiada atención a la noticia de que el Banco central de Noruega ha subido un cuarto de punto su tipo de interés oficial. Es el primero en tomar esta medida de entre todos los países occidentales. Por su parte, el Banco de Inglaterra ha cumplido el guion previsto y ha dejado el precio del dinero sin cambios en el 0,10 por ciento. Tampoco ha modificado su programa de compra de activos.

También han defraudado los indicadores de actividad en Europa y en Estados Unidos. En la zona euro el índice PMI compuesto, que tiene en cuenta el sector fabril y el no manufacturero, ha bajado de 59 a 56 puntos. En EEUU se ha situado por debajo de lo que pronosticaban los analistas con una lectura de 54,5 puntos, frente a los más de 58 esperados. Las economías estadounidense y europea siguen creciendo, pero a un ritmo más moderado. Hasta ahí, nada demasiado grave. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los síntomas de desaceleración llegan de la mano de un repunte de la inflación en ambos lados del Atlántico. Y eso sí que puede ser un grave problema si la economía se instala durante mucho tiempo en la estanflación. De momento, los expertos atribuyen la menor pujanza industrial a los cuellos de botella que provoca el suministro de semiconductores y componentes, lo que, en cierta forma, suaviza los temores de los mercados.

Paralelamente, se ha suavizado el nerviosismo sobre la situación de Evergrande, el gigante chino del sector inmobiliario que atraviesa una situación financiera muy complicada. La empresa atenderá el cupón de un bono nominado en yuanes. Falta por saber si hace frente a los intereses en dólares. El presidente de Evergrande ha asegurado que cumplirá con sus acreedores en tiempo y forma. Parece que el gobierno de Pequín no tiene intención de rescatar directamente a la empresa, pero ha inyectado mucha liquidez en el sistema financiero en las últimas horas para garantizar su capacidad de reacción si se complican las cosas. Los inversores esperan que Pequín detenga de raíz cualquier posible efecto dominó que pueda amenazar al conjunto de la economía del país y a las demás economías del planeta. Según publica hoy el Wall Street Journal, el gobierno chino prepara todos sus armas para impedir un colapso desordenado del gigante inmobiliario.

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