El ecosistema Andaluz de Startups
Su éxito depende de su capacidad operativa para penetrar en la sociedad en general y en las personas, entidades y sectores vinculados a la innovación en particular
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Los mecanismos de interacción entre la administración y el resto de los actores que conforman el ecosistema de innovación deben ser fluidos, transparentes y accesibles, de modo que cualquier iniciativa emprendedora tenga la oportunidad de ser analizada, revisada y, en su caso, aceptada o rechazada, basándose en unos criterios claros, previamente establecidos.
No obstante, para potenciar el ecosistema startups, tenemos que añadir que sea “correcto, sostenido y sostenible”. En algunos foros se ha generado mucho debate cuando he apuntado que no todo el mundo ni debe ni puede emprender. A nuestro gobierno le interesa muy mucho el emprendimiento, ellos mejoran sus números de paro, tienen a profesionales que generan riqueza y pagan impuestos y que en su mayoría si tienen que cerrar no tienen derecho a paro.
Para ello, además, se ha manido de tanto usar la palabra “emprendedor” en vez de “empresario”. Siempre defendemos que emprendedor es una palabra que se acerca más a una actitud y empresario es una profesión de la que nos sentimos tremendamente orgullosos los que la disfrutamos y padecemos cada día. Por esto mismo, no se puede “jugar” a ser empresario, las consecuencias son nefastas para mucha gente joven que tiene la actitud, pero no la aptitud y la formación es un pilar fundamental para gestionar.
Estamos continuamente viendo como las políticas de emprendimiento están en auge. El emprendedor vende, motiva y está presente en todas las campañas. Parece incluso de mal gusto no contemplarlo. Un claro ejemplo es que desde la Administración se está invitando a emprender constantemente a quién no tiene mentalidad empresarial ni formación para ello. Esto no lo digo con la intención de desanimar a que alguien no emprenda sino con la intención de que se preparen y sean conocedores de lo que es “ser empresario” y que desde la Administración se trabaje para generar un ecosistema adecuado que elimine nuestra enorme mortalidad empresarial.
Por todo esto trabajamos muy duro para mejorar algo tan preocupante que pasa en Andalucía y en España, donde el problema no es tanto de creación de empresas como de tamaño y consolidación. Entre otras, asesoramos gratuitamente “sin financiación de la administración” a más de 5.000 emprendedores cada año y celebramos más de 200 jornadas de negocio, a través de las cuales promovemos la consolidación y la internacionalización entre más de 15.000 empresas cada año.
Actualmente y en las circunstancias que nos encontramos, tenemos que plantear cuál va a ser la senda a tomar para afrontar la recuperación de la actividad económica en un entorno nuevo, en el que determinados procesos económicos y sociales se acelerarán al tiempo que aparecerán otros nuevos y no previstos.
Hay que insistir en que hay que tener muy claro que lo que estamos sufriendo no es una crisis del modelo productivo. En febrero de 2020, justo antes de entrar en shock, la comunidad andaluza crecía el dos por ciento y aunque el turismo es la locomotora de la recuperación económica, es necesaria más industria.
Para reactivar la actividad económica no hay que cambiar el modelo productivo, sino hacerlo más competitivo con nuevos modelos de negocio. Porque la crisis no ha sido estructural ni de sistema, sino que ha sido sanitaria y ajena al mundo empresarial.
Para ello necesitaríamos conseguir que nuestro tejido empresarial fuese más innovador y competitivo, pero faltan muchas cosas que debemos mejorar, pero ante todo hay que poner el foco en el pilar fundamental de las sociedades avanzadas empresarialmente, la Educación.
Es muy urgente la creación de leyes de educación que incluyan en los planes de estudios, desde la enseñanza infantil hasta enseñanzas superiores y Formación Profesional, la implementación de contenidos en habilidades empresariales.
En general hay que ser contrario a que desde las oficinas técnicas de la Administración se pretenda “dirigir” a los proyectos según una demanda inducida. Ello limita la capacidad de innovación con un sesgo que frena la creatividad y la innovación, en busca de una rentabilidad más inmediata. Cosa que hace un flaco favor a generar ideas innovadoras que luego deberemos convertirlas en competitivas.
Tampoco creemos que Andalucía deba convertirse en un entorno de pruebas de validación de proyectos desarrollados fuera del territorio, sino ser capaz de construir un ecosistema propio, capaz de atraerlos.
Tenemos que intentar que la Administración evite trabajar con un modelo de gobierno interno, porque es un modelo cerrado al resto de agentes que intervienen en el ecosistema, que es mucho más amplio, porque comprende tanto al sector público como al más importante, el privado, las empresas. Las decisiones tomadas por la Administración no nacen del consenso entre los distintos agentes, sino que se negocian con ellos a posteriori, lo cual, es ineficaz.
A nivel estructural, el sector público en su papel de dinamizador del ecosistema debería contar con una estructura suficientemente especializada, ágil e independiente para relacionarse con el resto de agentes.