El valor de las personas
Si algo hemos demostrado como sociedad, una vez más, es la capacidad de adaptación del ser humano, que está viendo transformada su forma de relacionarse, de vivir y de trabajar
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Es obvio, y ha quedado patente en estos últimos años, que vivimos en una sociedad en constante evolución y cambio. ¿Quién nos iba a decir hace unos pocos años que una crisis sanitaria, sin precedentes en nuestra sociedad moderna, iba a sacudirnos de manera tan dura y desgarradora?
Hoy, con posiblemente los últimos Coletazos del Covid-19, la subida disparada de la electricidad y los combustibles, guerras internacionales, deterioro de perspectivas de crecimiento, enorme deuda pública y la gran sombra de la recesión, muchas y muchos jóvenes se preguntan si no vivimos en una crisis constante, pues desde el año 2007, gran parte de ellos no han podido levantar cabeza, encadenando un traspiés tras otro en su proyecto de futuro.
Y es que en este entorno VUCA, posiblemente más volátil, incierto, complejo y ambiguo que nunca, el coste de la producción, de la prestación de servicios, de las materias primas, … de la vida, es desmesurado. Pero si algo hemos demostrado como sociedad, una vez más, es la capacidad de adaptación del ser humano, que está viendo transformada su forma de relacionarse, de vivir y de trabajar, pues estamos inmersos en un cambio de época. Una época llena de nuevas oportunidades.
Por todo ello, debemos apostar, hoy más que nunca, por el valor de las personas que forman nuestra sociedad, preparándolos para esta nueva realidad. Porque lo que hoy vale, mañana posiblemente no lo haga, y por ello, la mayor capacidad de los jóvenes debe ser la innovación, la digitalización y la resiliencia, tanto para la vida, como para los negocios.
Y para ello, no hay otro camino que la formación y la educación, vinculando de manera efectiva el mundo universitario y de Formación Profesional con la empresa, acercando a los jóvenes a la realidad y la práctica diaria, mediante tutorizaciones, charlas y otros procesos de aprendizaje. Un aprendizaje que debe ser continuo, en el que se adapten los modelos educativos actuales a la nueva realidad y en el que debemos seguir acercando, más y más, la figura del empresario, humanizándolo.
Porque, lamentablemente, seguimos formando parte de una sociedad que tiende a condenar la figura del empresario, del talento y el éxito ajenos. Y detrás de este tipo de conductas se esconde un virus tan escurridizo como letal, que paraliza el progreso de la sociedad: la falta de empatía y la envidia.
El empresario debe ser visto, de una vez por todas, como lo que es, el motor económico de la sociedad, quien genera empleo y riqueza allá donde se asienta. Pero, por encima de todo, es una persona con sueños, ilusiones, miedos y frustraciones. Es una persona que arriesga todo para poder conseguir sus sueños y por ello hay que apoyarle.
Y ahí estará siempre nuestra Confederación Nacional de Jóvenes Empresarios, que aglutina 55 AJE y más de 18.500 asociados. Apoyándoles, defendiéndoles y formándoles, porque debemos seguir preparando a nuestros jóvenes para que sean los líderes del mañana, y en muchos casos, del presente.
Líderes que deberán demostrar sus habilidades, su capacitación, y, sobre todo, su adaptabilidad a los cambios, porque parafraseando a Martin Luther King: “Si no podemos volar entonces correremos, si no podemos correr entonces caminaremos, si no podemos caminar, entonces nos arrastraremos, pero, hagamos lo que hagamos, seguiremos moviéndonos hacia delante”.