La decisión que toma Lidia tras perder 7 panaderías por la Dana de Valencia y que 5 meses después le cambia la vida: "Nada que ver"

El aroma a pan recién horneado vuelve a Catarroja. Cinco meses después de que la Dana del 29 de octubre destruyera sus obradores, oficinas y siete de sus nueve tiendas, Lidia ha conseguido lo que parecía impensable: encender de nuevo en esta localidad los hornos de uno de sus negicios de Don Pa Artesans.

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Hace cinco meses, cuando el agua lo arrasó todo, la desesperación era total. "No sabemos cuándo ni cómo vamos a volver, ahora mismo no tenemos absolutamente nada", lamentaba en un llamamiento desesperado en sus redes sociales. 

vivo de milagro

La riada sepultó años de trabajo en minutos. "Estuvimos cinco horas con el agua al cuello y vimos cómo se destruían nuestras instalaciones, vehículos de reparto y todo lo que habíamos construido”, recuerda su padre, José Garrido, al que el agua le sorprendió mientras trabajaba. 

José logró sobrevivir encaramándose durante siete horas a una de las vigas del negocio y gracias a que unos vecinos pudieron rescatarle. "Está vivo de milagro y porque unos valientes entraron, de lo contrario, no estaría aquí",  relataba su hija a cope.es en las horas posteriores al desastre.

Con pérdidas económicas incalculables y pocas esperanzas, Lidia y su familia encontraron en sus trabajadores, voluntarios, clientes y vecinos la fuerza y la ayuda necesaria para poder salir a flote. Todos arrimaron el hombro para limpiar, reconstruir y devolverle la vida a un negocio con 40 años de historia. “Sin ellos hubiera sido imposible volver", agradece.

perseverancia y el tesón

En cualquier caso, rendirse nunca fue una opción. En juego no solo estaba su futuro, también el de 50 familias que dependían de ellos. Y cinco meses después, el esfuerzo ha dado sus frutos y han conseguido levantar la trampilla del primero de sus locales arrasados y sacar de un ERTE a cinco de sus trabajadores. 

Pero el camino no ha sido sencillo. "Ha sido un proceso muy largo y muy costoso", reconoce Lidia. "Cuando empiezan las obras surgen siempre problemas con los que no contabas y que hacen que se retrase todo aún más.  Por ejemplo, en las demoliciones del establecimiento de Paiporta, se han dado cuenta de que las bajantes están mal y que debajo del suelo hay una acequia". 

Panadería 2.0

Por lo pronto, la de Catarroja es la única tienda que han reabierto, pero con una visión renovada.  Había que reinventarse y qué mejor momento para hacerlo realidad.  "Hemos dado un aire jovial, de renovación, no tiene nada que ver con lo que había previo a la Dana". 

"Don Pa de ahora es un Don Pa 2.0", bromea. "Tenemos que ir a por todas. Estamos inmersos en unos cambios con los que tenemos que continuar. 

Para ello, explica Lidia "se han optimizado procesos de los que antes, por la carga de trabajo que teníamos, no éramos conscientes". 

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poco a poco

Catarroja seguro será la primera de muchas reaperturas. El resto, salvo alguna que desaparecerá definitivamente, irán viendo la luz "poco a poco". 

De momento, buena parte de sus trabajadores siguen en ERTE,  a excepción de esas cinco personas que ya se han incorporado al establecimiento de Catarroja. 

La idea es que los demás empleados vayan volviendo a sus puestos a medida que abran los próximos locales.

De hecho, esta misma semana abrirán  otro en Calicanto y dentro de 15 días, en Albal. "Les iremos abasteciendo desde el pequeño obrador que hemos puesto en marcha con maquinaria de segunda mano en la panadería de Catarroja".  Para el verano esperan que ya esté operativa una nave que les permitirá centralizar la producción y elaborar a mayor escala. 

La historia de Lidia y su familia es sin duda la evidencia de que con perseverancia y tesón es posible sobreponerse a cualquier adversidad.