La forma en que nuestra mente nos ayuda a ahorrar sin darnos cuenta

La luz y la gasolina no son los únicos productos que se encarecen, el precio de los alimentos también suben de forma progresiva

La forma en que nuestra mente nos ayuda a horrar sin darnos cuenta

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

La inflación no para de hacer que los precios suban. Pero la luz y la gasolina no son los únicos productos que se encarecen, el precio de los alimentos también suben de forma progresiva. De hecho, una encuesta reciente sugiere que en los meses venideros el precio de los productos será más importante para los consumidores, siendo este un factor crucial a la hora de elegir, dónde y qué comprar.

Tomar decisiones

Cuando se trata de tomar una decisión, intervienen varias partes de nuestros cerebros, las cuales trabajan juntas para llegar a una decisión final. Las investigaciones en el campo de la neurociencia, afirman que nuestros cerebros están preparados para este tipo de tareas. Por norma general, las decisiones, a la hora de comprar, son tomadas a partir de un sistema de valoración o un sistema de elección.

El sistema de valoración se encarga de clasificar todas las opciones consideradas con base a al valor percibido de cada producto y de su posible recompensa. Las partes de nuestro cerebro que participan en dicho sistema son el córtex prefrontal ventromedial (encargada de procesar las nociones de riesgo y miedo) y el sistema de recompensa del cerebro, que es el anterior basal.

La forma en que nuestra mente nos ayuda a horrar sin darnos cuenta

En el sistema de elección, las partes encargadas de ejecutarlo son la corteza prefrontal dorsolateral, encargada del razonamiento, la memoria y la toma de decisiones, la corteza cingulada anterior dorsal y las regiones parietales.

¿Cómo funciona este sistema? Pues imaginemos que estamos haciendo la compra y recordamos que tenemos que comprar un salero nuevo, porque el que tenemos se ha roto. Encontramos uno que nos gusta, pero que es muy caro, lo cual nos hace dudar.

En este tipo de situación es que, ante una situación de incertidumbre, se refuerza nuestra aversión natural a la pérdida, que en este caso se trata de perder dinero. Mientras tanto, nuestra corteza cingulada anterior dorsal, lo que hace es mejorar nuestra toma de decisión, retrasando la respuesta de aversión a perder dinero, lo que nos da tiempo a busca una opción alternativa, que vendría siendo un salero más económico.

La valoración y elección de estos sistemas de nuestro cerebro demuestran que, al pensar en los precios de los productos, nuestra biología cerebral tiene la tendencia a que busquemos alternativas que nos podamos permitir o que ofrezcan, como mínimo, una buena relación de calidad/precio.

Aversión natural al riesgo

La aversión natural al riesgo nos ayuda, cuando enfrentamos una incertidumbre financiera, a escoger lo más barato entre dos productos que son parecidos. Porque pagar más dinero, en este caso, es un riesgo que tenemos que evitar. Lo que implica que valores como la lealtad a una marca o el servicio al cliente pasen a un segundo plano.

Sin embargo, nuestras funciones cerebrales no siempre atinan con sus decisiones. Estar preocupados por nuestra situación financiera puede ser muy estresante y está demostrado que el estrés no solo tiene consecuencias negativas en nuestra salud, sino también en nuestra forma de tomar decisiones. Esto implicaría que algunas personas pueden volverse amantes del riesgo en una situación en la que es posible tener pérdidas. Es decir, que vaya a correr riesgos que no son necesarios.

La forma en que nuestra mente nos ayuda a horrar sin darnos cuenta

La toma decisiones es un proceso bastante complejo y, a medida que los precios aumentan, estos se vuelven un factor más dominante que otros. Por lo que lo mejor que podemos hacer es tomar decisiones usando la cabeza, pero sin estresarnos, para evitar correr riesgos innecesarios.

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