La Bolsa, por fin, encuentra suelo y reacciona en la zona de los 9.000 puntos

Justo en la cifra redonda de los 9.000 puntos ha rebotado el índice Ibex 35. Hace una semana alcanzaba su nivel más alto desde el verano de 2018 con una lectura superior a los 10.000 puntos. Ha sido necesario, por tanto, que el mercado haya perdido mil puntos lineales, un diez por ciento, antes de dibujar un suelo más o menos fiable. Sólo más o menos, porque en los próximos días los mercados seguirán bailando al son que toquen las noticias sobre la epidemia de coronavirus. Puede pasar de todo.

De momento, el panorama de la Bolsa esta tarde no tiene nada que ver con el de los últimos días, ni siquiera con el de esta mañana. Los cazadores de gangas por fin se han desperezado, se han envalentonado,  y han comenzado a tomar posiciones en un nutrido grupo de valores del mercado aprovechando los bajos precios que ha dejado el latigazo bajista de los últimos días. El sentimiento del mercado podría mejorar si se confirma que el brote epidémico alcanza pronto un punto  de inflexión en China y/o si surge un medicamento o una vacuna eficaces contra el virus. Mientras tanto, solo cabe calificar a este rebote de la Bolsa como puramente técnico.

La Bolsa de Nueva York, que había perdido un 6 por ciento en los dos últimos días, sube esta tarde un uno y medio por ciento. Dentro de casa, el índice Ibex 35 ha cerrado en 9.316 puntos, con alza de un 0,71 por ciento. La estrella del día ha sido, sin duda, Iberdrola, que ha mejorado su beneficio neto un 13 por ciento el año pasado, hasta 3.406 millones de euros. Es una cifra récord. El resultado bruto ha superado por primera vez los 10.000 millones. La eléctrica ha realizado inversiones por 8.158 millones de euros  durante el pasado ejercicio. Previsiblemente Iberdrola aprobará en la próxima junta de accionistas el reparto de un dividendo complementario de 0,232 euros brutos por acción, que deben sumarse a los 0,168 euros que pagó el 5 de febrero.  En total, los accionistas recibirán 0,40 euros por título con cargo a los resultados del pasado ejercicio.  Las acciones de Iberdrola cotizan en niveles récord.  Han subido hoy un 5 por ciento y han saltado ya los 11 euros, cuando hace un año cotizaba a menos de siete.

Han bajado pesos pesados como BBVA o Repsol. Pero ha subido Telefónica, aunque se mantiene por debajo de los 6 euros por acción. Cotiza en sus niveles más deprimidos desde hace más de 20 años. Su capitalización bursátil apenas supera los 30.000 millones de euros. La operadora publicó resultados el día 20. Unas cuentas que decepcionaron. Su beneficio se redujo un 65,7 por ciento en el pasado ejercicio, hasta 1.142 millones de euros, debido a las provisiones para el programa de bajas voluntarias, a la reorganización de sus operaciones en Méjico y al deterioro de su fondo de comercio en Argentina. Sin contabilizar cargos extraordinarios, el beneficio habría crecido cerca de un 2 por ciento. Telefónica ha reducido su deuda un 8 por ciento, hasta 37.744 millones de euros. La empresa mantiene el dividendo para 2019 y 2020 en 0,40 euros brutos por acción. La esperanza más inmediata para la operadora se encuentra en la posible venta de sus activos en Latinoamérica. Telefónica puede salir de sus filiales en todo el cono sur americano, con la excepción de Brasil.

Ha bajado Cellnex, que ha llegado a un acuerdo estratégico con Bouygues Telecom para invertir conjuntamente mil millones de euros en los próximos siete años en desplegar una red de fibra óptica en Francia. En 2019, Cellnex redujo sus pérdidas a 9 millones de euros frente a los números rojos de 15 millones contabilizados el año anterior. El beneficio antes de impuestos creció un 16 por ciento en  el año 19, hasta 686 millones de euros. Muy irregulares hoy los bancos. Han subido el Sabadell y el Santander. El banco cántabro sigue saneando su balance. Estudia vender sus hipotecas problemáticas (unas 50.000) a dos fondos internacionales por 3.600 millones de euros. El previsible impacto de la crisis del coronavirus sobre la economía remacha la impresión de que el precio del dinero seguirá muy bajo durante bastante tiempo, lo que no beneficia al sector financiero.